La expedición que culminó con la fundación de Manila
Forjados en la lucha contra los moros, los españoles del siglo XVI eran una extraña mezcla de hombres medievales con una gran religiosidad y aventureros renacentistas dispuestos a recorrer todo el globo terráqueo. Y uno de ellos fue Miguel López de Legazpi. Quizá su nombre no sea tan conocido como el de Hernán Cortés, Francisco Pizarro o Vasco Núñez de Balboa, pero sus hazañas no le piden nada a las de aquellos famosos conquistadores.
Vasco de nacimiento, tras una aburrida vida en su tierra natal decidió, con más de 40 años encima, “hacer las Américas”, por lo que emprendió el camino hacia el recién creado virreinato de la Nueva España. Con el paso de los años, su buena estrella le permitió convertirse en alcalde de la Ciudad de México. Pero entonces todo cambió.
Ese mismo año, 1559, el rey Felipe II le ordena al virrey novohispano, Luis de Velasco, que organice una expedición hacia las ‘islas de las especias’. Éste decidió poner al frente del grupo a un veterano navegante metido a fraile, Andrés de Urdaneta, y al recién electo alcalde capitalino, Miguel López de Legazpi, quien ya casi llegaba a los 70 años de edad. Pero en aquellos tiempos todo era lento, y por ello la expedición tardó cinco años en estar lista.
Al partir pusieron rumbo a las Filipinas, tierras ya exploradas por los españoles, quienes las habían bautizado así en honor al rey Felipe II. Los intrépidos exploradores iban al frente de cinco naves y 350 hombres. Tras ocupar algunos asentamientos indígenas en las islas más grandes, Urdaneta emprende la búsqueda del camino que les permitirá regresar a la Nueva España, conocido como “el tornaviaje”, mientras Legazpi permanece en Filipinas para defender lo conquistado.
Una vez ocupados Leyte, Panay y Mindanao, los españoles se dirigieron a Luzón, donde entraron en contacto con el pueblo tagalo. Allí encontraron la resistencia de los gobernantes locales pero también se enteraron de la existencia de un rico puerto comercial llamado Mayniland. Legazpi envió entonces a 300 de sus hombres a combatir a los tagalos. Tras derrotarlos, éstos accedieron a firmar la paz, cediendo a España varias tierras, entre las que se encontraba la codiciada ciudad. Ahí, Miguel López de Legazpi fundó en 1571 la Siempre Leal y Distinguida Ciudad de España en el Oriente de Manila, que iba a convertirse en la capital de los dominios españoles en Asia.
La ciudad se construyó siguiendo las instrucciones de Felipe II, como una metrópoli conocida como Intramuros, porque se hallaba rodeada por una muralla defensiva y otra ciudad extramuros, donde vivían los indígenas.
Para su desgracia, don Miguel no alcanzó a ver el desarrollo de su ciudad, pues murió en ella un año después, en 1572, en medio de la pobreza, a pesar de haber sido nombrado Capitán General y Gobernador vitalicio de las Filipinas. Dos años después, una inmensa flota de piratas chinos trató de apoderarse de la ciudad.
En el combate murieron muchos de los compañeros de aventuras de Legazpi, pero al final, los españoles consiguieron rechazar a los piratas y así afianzar su dominio sobre la región, mismo que mantuvieron por casi 320 años.
Texto: Rodrigo Borja ± Foto: Ruts / MECD / CDN