Sabemos que ninguna cultura nace por generación espontánea; se nutre también de la sabiduría de los pueblos que la circundan. Pero el caso del pueblo griego es especial, porque no solo asimiló las aportaciones de sus vecinos, sino que capitalizó esos conocimientos y desarrolló sus propias intuiciones y sabiduría hasta crear la civilización más espléndida de los tiempos antiguos.
Sin embargo, esto no es algo que haya quedado solo como un hermoso vestigio, sino que sigue vivo entre nosotros. La impronta que dejó en el lenguaje, en el pensamiento, en el arte, en la arquitectura, en el sentido de la belleza y en los valores morales, es algo que está cada día con nosotros porque ha configurado nuestra civilización.
Protágoras decía: “El hombre es la medida de todas las cosas”, y ésta es una máxima que podemos considerar como el principio de los valores humanísticos que Grecia enarboló, dándole a Occidente uno de sus rasgos fundamentales.
Desde tiempos muy antiguos, los griegos obtuvieron resultados sorprendentes en sus investigaciones sobre la naturaleza, los fenómenos celestes y la condición humana, e hicieron grandes aportaciones para la geometría, las matemáticas, la astronomía, la literatura, etc., sentando bases para el desarrollo de las ciencias y las artes; las cuales continuan siendo un estudio obligatorio en diversos campos.
Las arenas de Homero
En cuanto a la literatura, todos sabemos que Homero es el origen de la tradición literaria de Occidente. Gracias a sus obras, La Ilíada y La Odisea, los griegos fueron educados a través de sus personajes con una serie de valores que formaron parte de la idiosincrasia colectiva: la valentía del guerrero, el anhelo por alcanzar la gloria, en la que se conjuntan el honor, la fama, la inmortalidad –la cual es digna de cualquier sacrificio y justifica aun los finales más trágicos– y otros valores como la lealtad, la honestidad, la amistad, amor a la naturaleza y la piedad hacia los dioses.
La mitología y los rituales religiosos se combinaron para crear una de las grandes contribuciones de los griegos a la humanidad: el teatro. Dividido en tragedia y comedia, fue también un elemento fundamental de la educación del pueblo. La representación de una tragedia era casi un evento sagrado. Los certámenes duraban todo el día, desde la salida del sol hasta el crepúsculo, pues se presentaban tres tragedias, y concluían con una comedia.
Aristóteles decía que la tragedia debía suscitar en él temor y la compasión ante la catástrofe moral que presenciaba, la cual era consecuencia de hybris, orgullo sacrílego del héroe trágico, que siendo un ser dotado de grandes cualidades, tenía un solo defecto, el cual unido a circunstancias adversas ocasionaba su destrucción. Había un gran aprendizaje en las tragedias. Las tramas eran conocidas por los espectadores, convirtiéndolos así en críticos agudos, pues si la puesta en escena, la actuación o los parlamentos no les gustaban, podían abuchearla, tal como ahora.
Después de la presentación de las tres tragedias, la comedia aligeraba el ánimo, pues catalizaba una crítica social y política bastante afilada. El teatro, al igual que la democracia, fueron productos atenienses y tuvieron su esplendor en la era del gran estadista Pericles en el siglo V a. C.
Un destino marcado por el mar
El mar es crucial en la historia de Grecia. Su geografía, conformada por mar y montaña, condujo a los griegos a explorar el Egeo. El mar está poblado por una gran multitud de islas con distancias cortas entre sí, lo que era ideal para el intercambio cultural y comercial. Se dice que en uno de esos intercambios, alrededor del siglo IX a.C., y probablemente en la isla de Rodas, se recibió el alfabeto fenicio. Pero la exploración marítima llegó a extenderse también a confines muy distantes del Egeo, pues hubo migraciones que fundaron colonias griegas en todo el sur de Italia: la Magna Greacia conformada por Sicilia, Marsella, las costas de España, y la costa norte de la actual Turquía.
Para llevar a cabo esos ambiciosos periplos, no podían confiar sus rutas a la memoria, había que trazar trayectorias marinas. Con ese propósito, el filósofo Anaximandro concibió la idea de realizar el primer mapa conocido. La navegación propició también el intercambio de diversos utensilios como: vasos, vasijas y demás objetos elaborados en cerámica, decorados con motivos artísticos de gran belleza; a veces de carácter mitológico, marino, incluso la vida cotidiana.
El clima ha jugado también un papel relevante en la historia de Grecia; durante el verano la gente abria las puertas de su hogar, salía a las plazas, paseaba por las playas, se comunicaba. Esta circunstancia contribuyó a que la vida social fuera muy activa y, por ende, se desarrollara un sentido de igualdad que dio lugar a la democracia y a un espíritu filosófico, siendo muy vasta la participación de la gente en diversas festividades religiosas, en los certámenes de los teatros y en las competencias deportivas.
Los juegos por la paz
Nada más y nada menos que las Olimpíadas nacieron ahí hace casi 3,000 años. Eran competencias deportivas que convocaban a todos los estados que se identificaban como helenos, porque compartían la lengua, las costumbres y la religión. Posteriormente, los juegos fueron rescatados en 1894 ,formándose así el evento deportivo más importante del mundo, siendo un factor de acercamiento y amistad entre las naciones, a la vez que representa un gran homenaje a Grecia, la cuna de nuestras culturas.
La Grecia antigua tuvo un gran aprecio por los cuerpos sanos y vigorosos. Eso se puede apreciar en sus obras de arte, como la escultura, donde se refleja, a pesar de los cuerpos idealizados, esa aspiración por una armonía entre la belleza de las formas y la serenidad espiritual. Es lo mismo que transmite la arquitectura, como el Partenón, obra majestuosa de sobriedad en estilo dórico, dedicado a la diosa virgen Atenea, en la Acrópolis de Atenas.
Las figuras mitológicas griegas perviven en todas las manifestaciones de nuestra cultura; han sido fuente de inspiración en la plástica, la música y la literatura, y han atravesado por el Medievo, el Renacimiento y la modernidad hasta llegar a nuestra época.
Sus personajes son tan complejos que han sido modelo, como en el caso de Sigmund Freud, para desarrollar teorías propias sobre el psicoanálisis. Homero está vivo en el Ulises de James Joyce, novela magistral publicada en 1922, o en Omeros de Derek Walcott, autor antillano que obtuvo el Premio Nobel. Los tres autores de tragedia, Esquilo, Sófocles y Eurípides, han tenido recreaciones en la música, con el Edipo Rey de Stravisnki. En el cine, La Ilíada sigue siendo un tema que apasiona; recordemos la trilogía de Michael Cacoyannis: Ifigenia, Las Troyanas y Electra, y aun traicionando la anécdota original, la producción de Hollywood, Troya; donde Brad Pitt encarna a Aquiles, el más glorioso de los guerreros aqueos, por mencionar solo algunas obras.
La herencia que nos ha dejado la cultura griega es en verdad extraordinaria, porque al considerar al hombre como centro de sus preocupaciones filosóficas le da una proyección universal a sus valores, mismos que trascienden el tiempo y el espacio, y solamente se transforman con los cambios y evoluciones de nuestra sociedad contemporánea.
Texto: Natalia Moreleón ± Foto: © Pxlxl / © Chen Gong / © Freesurf69 / © Bstefanov / GRACIAS / AREF