El amor encontrará por sí mismo el camino, a través de todos los idiomas. Mevlana Rumi
El siglo XIII se reconoce como un tiempo de grandes místicos, científicos, exploradores y guerreros: Marco Polo, San Francisco de Asís, Genghis Khan, Santo Tomás de Aquino Es también la edad de oro del Islam, debido al desarrollo multifacético del imperio más poderoso y grande del mundo, en plena expansión hacia Europa en esos momentos. Los maestros sufís e islámicos jugaron un papel importante en esto, como sucedió en la región de Anatolia.
Mevlana Jalal ad- Din Muhamad Rumi, fue un sabio espiritual nombrado de diferentes maneras: Mevlana, que significa erudito o gran maestro, y Rumi, que es el nombre que él adoptó en Konya, Turquía, son algunos de ellos.
Su influencia crece y se diversifica con el paso del tiempo. Su obra es relevante, tanto para la cultura islámica en la región persa, como para la turca y para la comunidad sufí de todo el mundo; donde personas de distintas creencias le reconocen y leen. Poeta, erudito, teólogo, maestro y filósofo islámico de origen persa, nació en Vajl, actual Afganistán, en 1207. Este ilustre hombre del siglo XIII protagonizó una personal transfiguración hacia la comprensión del amor mismo como fuente de todo lo creado.
Un viaje prodigioso
Mevlana Jalal ad- Din Muhamad Rumi, llegó a Konya con su familia en 1229, tras un viaje de 22 años, durante el cual fue creciendo y aprendiendo de primera mano con su padre, maestro del Islam entre otras personalidades, hasta lograr una formación académica que le llevó a ser considerado un erudito del Islam.
Su conocimiento sobre el Corán le permitía recitarlo sin necesidad de leer, además de abarcarlo en el corazón; una sólida sabiduría que fue refinando a su paso por las capitales fundamentales del oriente próximo: La Meca, Medina, Jerusalén, Damasco, Bagdad, entre otras.
Fue un tiempo en el que predicadores cristianos y musulmanes contendían para que su religión prevaleciera, y donde el Islam aventajaba ampliamente en su dominio y desarrollo integral: arte, ciencia, sociedad, gobierno, etc.
A su llegada a Konya, Mevlana Rumi ofició como jurista islámico y profesor. En esta ciudad conoció a su maestro Shams e Tabrizi, cuyas enseñanzas no contemplaban un límite al enfrentar a sus discípulos a diferentes pruebas. El maestro reconoció en Rumi un ser de total pureza, a quien su entrenamiento, místico y definitivo, transformó en un ser inspirado que comenzó a crear versos espontáneamente.
La ensañanza de Rumi tiene una esencia que está relacionada con la búsqueda de la belleza en la naturaleza divina original. El sufismo es inherente a esta naturaleza.
“Cada historia somos nosotros.”
Rumi
Sus textos son considerados obras fundamentales del sufismo. Sus poemas se han traducido a numerosos idiomas. En Estados Unidos, su obra, superior a cuatro mil versos y la reproducción de los mismos, se multiplica y disemina por el recibimiento tan apasionado de sus lectores, sobre todo desde de los años 60. Un interés que se mantiene vigente.
Mausoleo de Mevlana
Los restos mortales de Rumi descansan en su santuario de Konya, que se ha convertido un sitio de peregrinación fervorosa que recibe fieles de distintas partes del mundo. Es el lugar donde sus seguidores crearon la Orden Mevlevi de los derviches (Patrimonio de la Humanidad UNESCO desde 2008).
La danza de los derviches tiene amplio reconocimiento como un tesoro cultural en el mundo musulmán, y también en el occidente. Los derviches de Konya, seguidores directos de Mevlana Rumi, pertenecen a la congregación más reconocida de Turquía, danzan cada semana para el público que se calcula en 2 millones de personas al año, además de hacerlo cinco veces por día, como ritual del rezo con el que buscan ser parte de dios.
En el día de su aniversario luctuoso, se celebra la ceremonia de los derviches sobre el propio sepulcro de Mevlana, el museo resguarda los manuscritos de los libros de Rumi, así como otros bienes, el más preciado es una reliquia sagrada: un pelo de la barba del profeta Mahoma.
“Deja que la belleza que amas, sea lo que haces”. Rumi
Los derviches comienzan a danzar desde pequeños, pueden llevar una vida normal, casarse y tener familia, siempre apegados a su práctica espiritual caracterizada por su tolerancia. Sostienen que realizando el giro al compás de la música, ejecutada con instrumentos y músicos tradicionales, la danza y los rezos, sus mentes se vuelven espíritu puro conectado con dios. Es la espiritualidad con que se ejerce lo que logra esta conexión.
Desde 1923 y hasta 1950, la orden Mevlevi estuvo prohibida, sin embargo, durante todo este tiempo, siguieron practicando de manera clandestina e invocando su rezo repetido con devoción y sin descanso; una ceremonia cuyo destino es el éxtasis espiritual.
Los derviches se reunen cotidianamente, y su danza les lleva a alcanzar las puertas del Masnaví: “el hogar del corazón”. Danzan en un giro interdinámico, persistente e imposible de observar a cabalidad, debido a la fluidéz de los movimientos en compaces exactos en forma de oración cósmica; observar la danza deja una impresión inolvidable. Los derviches de Konya nunca han interrumpido el flujo que comenzó en el siglo XIII en homenaje a Mevlana Rumi.
Texto: Maruchy Behmaras ± Foto: halmas, yt, yergbigist, sbor travel