La convergencia del arte y la ciencia puede generar innovaciones apasionantes, y Yunchul Kim ha creado un universo de transmateria en Elliptical Dipole: Visceral Particles and Sorcerous Flows, fomentando la sinergia de la tecnología creativa y la producción artística con visión de futuro.
Su exposición marca tanto su primera presentación individual en China como su presentación más extensa hasta la fecha. Para Hera Lee, directora ejecutiva de 798CUBE, la muestra destaca el compromiso de la institución con la exploración de las intersecciones multifacéticas del arte y la tecnología de vanguardia. Profundiza en la intrincada interacción entre la humanidad, la tecnología y la naturaleza, vista a través de la lente distintiva de Yunchul Kim.
Utilizando diversos medios artísticos como el sonido, métodos de pintura no convencionales e instalaciones cinéticas, Kim construye un mundo material imaginativo. Sus obras no solo brindan un festín visual, sino que también se involucran profundamente con diálogos filosóficos y científicos.
La exposición presenta las piezas más emblemáticas de Kim de varias etapas de su carrera, junto con sus últimos trabajos experimentales. Los visitantes son sumergidos en la realidad visionaria del artista (un término acuñado por Yunchul Kim) y a resonar con el infinito cósmico, desentrañando el enigma perpetuo de la polaridad dentro de la cautivadora vista de "Elliptical Dipole".
“Yunchul Kim es un alquimista convertido en provocador físico-químico. Parece llevar la peor parte de la quintaesencia de la modernidad. Como artista con una inclinación filosófica por lo más actual, que recuerda a lo que Arthur Danto ilustró radicalmente sobre el arte actual, es a la vez de la vieja escuela y ultramoderno”.
Zhang Ga, curador de la exposición.
Kim piensa cosmológicamente y actúa microfísicamente. Se permite entregarse a ensoñaciones cósmicas, deambulando por la expansión geofísica y la inmensidad astrofísica y permitiendo el capricho de la temporalidad planetaria junto con el ciclo circadiano de las criaturas terrestres.
Es a la vez precientíficamente abstruso, recordando cuando la enunciación alquímica proclamaba la divinidad de una totalidad de los vivos y los no muertos, de los sólidos y los espíritus, y en la que lo suprarracional reinaba en el dominio del conocimiento, y posthumanísticamente amorfo, por el cual el homo sapiens se entiende microbianamente en relación con las plantas, y cuánticamente mecánico en tándem con rocas y piedras (¡todos somos partículas!).
Kim también pinta, pero en un extraño truco de acción pictórica. Llamémoslo pintura de partículas; encarna los gestos somáticos del artista que se producen en un proceso análogo a la pintura convencional o al revelado de fotografías. Sin embargo, también es similar a revelar la vicisitud de la eternidad geológica.
El movimiento corporal desvela las trayectorias de la naturaleza en la epifanía de rudimentos microscópicos. Eluvial Horizon (2024) reafirma el simbolismo materialista de Kim como acción tallada en la longevidad; aquí lo efímero ha adquirido su manifestación indiscutible en la fisicalidad y la temporalidad.
La obra de Kim encarna el mundo material imaginado por él y es una historia de una dimensión anterior a que los humanos formaran culturas o fueran definidos por el lenguaje. Sus obras, en las que los humanos, los no humanos, las máquinas, los materiales y las sustancias se consideran iguales, existen como materia activa (transmateria) como sujeto de los acontecimientos.