Las extraordinarias fotografías de Elliott Erwitt no sólo documentaron íconos culturales e hitos políticos de la posguerra, sino que también capturaron momentos íntimos de la vida cotidiana.
En la casa de subastas Bonhams recuerdan la carrera de siete décadas del prolífico fotógrafo presentadas en la subasta: Elliott Erwitt: A Life in Photographs.
Nacido en París en 1928 de padres rusos, la familia de Erwitt vivió en Italia durante gran parte de su infancia antes de emigrar a Nueva York en 1939, pocos días antes del estallido de la II Guerra Mundial y en 1941 llegó a Los Ángeles, donde Erwitt descubrió por primera vez la fotografía.
Mientras estudiaba la preparatoria, Erwitt aprendió por su cuenta a usar una cámara y comenzó a ganar dinero como fotógrafo de bodas. Estudió fotografía y cine en Los Angeles City College y en la New School for Social Research de Nueva York. Durante este período de formación, conoció a figuras influyentes del mundo de la fotografía, como Roy Stryker, Edward Steichen y Robert Capa, cada uno de los cuales jugó un papel importante en los inicios de su carrera.
En 1951, fue reclutado por el ejército de Estados Unidos y sirvió como asistente de fotógrafo mientras estuvo en Francia y Alemania, lo que le dio la oportunidad de viajar por Europa y fotografiar una amplia variedad de personas y lugares.
Cuando Erwitt se dio de baja del ejército en 1953, Capa lo invitó a unirse a Magnum Photos, una agencia cooperativa de fotógrafos independientes fundada en Nueva York 1947 por Capa, Henri Cartier-Bresson, George Rodger y David “Chim" Seymour. Erwitt trabajó para prestigiadas revistas ilustradas, incluidas Collier's, Holiday, Life y Look.
Erwitt documentó innumerables acontecimientos políticos y momentos culturales significativos del siglo XX, al tiempo que tomaba imágenes personales y lúdicas. Como él mismo lo expresó: “Me tomo en serio lo de no ser serio”. Su genio le permitió fotografiar momentos de humor, lucha e incluso aburrimiento que componen el tejido de la vida cotidiana.
Erwitt, quien se dejó guiar por su curiosidad, prefirió fotografiar el momento en lugar de escenificar una composición. Su imagen icónica,” Provenza", encarna la alegría de vivir que constituye la base de su obra personal. Si se considera su obra en su conjunto, el amor romántico surge como motivo recurrente. Una y otra vez, Erwitt inmortalizó fugaces momentos de ternura en obras formalmente innovadoras como “California" (Kiss).
Quizás el tema que más le atraía eran los perros, a los que fotografiaba dondequiera que viajaba. En una ocasión explicó: “No conozco ningún otro animal que se parezca más a nosotros en cualidades de corazón, sentimiento y lealtad”. Sus retratos de caninos y sus dueños muestran su ingenio innato, como se ve en obras como 'París, Francia' (Dog Jumping).
Erwitt recibió numerosos galardones, incluida la Medalla del Centenario de la Royal Photographic Society en 2002. En 2011, el Centro Internacional de Fotografía (ICP) de Nueva York presentó una exposición retrospectiva de su obra. Ese mismo año, el ICP lo honró con su premio a la trayectoria, calificándolo de “testigo ocular de la historia y soñador con una cámara".
Aunque los coleccionistas se han sentido atraídos por la obra de Erwitt desde la década de 1970, en los últimos años sus obras han ganado un mayor reconocimiento en el mercado secundario. En 2012, una copia de “California" (Kiss) superó su estimación de 6,000-8,000 dólares, vendiéndose por 35,000 dólares.
En la última década, imágenes muy conocidas, como "Moscú" (Khrushchev/Nixon) y "París" (Umbrella Jump) [foto inicial], se han vendido cada una por más de tres veces su estimación más baja en una subasta.