En 1933, mientras se quemaban libros en toda Alemania, una colección de 60,000 tomos de historia del arte fue enviada a Inglaterra en un barco de vapor.
Ahora, "la biblioteca más extraña del mundo" ha vuelto a abrir sus puertas tras una transformación que costó 14.5 millones de libras. Dentro de un anodino edificio de ladrillo rojo de los años 50 en Bloomsbury –el corazón académico de Londres– se encuentra el Instituto Warburg y alberga casi 400,000 libros dedicados al estudio de la transmisión de símbolos desde la Antigüedad hasta el Renacimiento, con fama de centrarse en lo esotérico.
Si Robert Langdon, el ficticio profesor de simbolismo de Harvard creado por Dan Brown fuera real, aquí lo encontrarías, escribió Adam Gopnik en The New Yorker.
Las hileras de estanterías de acero bajo luces fluorescentes se distribuyen en pisos denominados "Palabra", "Acción", "Imagen" y "Orientación". Cada libro está ordenado según un sistema único llamado "ley del buen vecino", según el cual los volúmenes de arriba, abajo y a ambos lados se supone que inspiran caminos de pensamiento fortuitos, comentan en la casa de subastas Christie’s.
Por ejemplo, en la sección “Profecía de las prácticas adivinatorias”, los libros sobre adivinación están rodeados de textos sobre cometas, monstruos, sueños y ajedrez. Otros tienen títulos como “Peregrinación”, “Cosmología”, “Magia”, “Monacato” y “Misticismo”.
"Aby Warburg dijo que el libro que necesitas siempre está al lado del que estás buscando", explica Bill Sherman, profesor de historia cultural y director del instituto desde 2017. Durante los últimos seis años ha estado supervisando una transformación del Warburg, un delicado acto de equilibrio, dice, entre mantener las excentricidades del instituto y convertirlo en un centro apto para el estudio moderno.
Aby Warburg nació en Hamburgo en 1866. Descendiente de una dinastía de banqueros judíos, a los 13 años vendió sus derechos de primogénito a su hermano a cambio de todos los libros que quisiera.
En 1888 vivía en Florencia, donde estudiaba las raíces paganas de los motivos de Botticelli. Este estudio de la decodificación de símbolos y el seguimiento de su evolución se convirtió en un campo que él llamó "iconología".
En 1904 contrató a un asistente para que comenzara a catalogar su colección de 3,500 libros y, en menos de una década, en su casa de Hamburgo, había establecido un "laboratorio de trabajo" para académicos, que figuraba en la red de préstamos interbibliotecarios del país.
Sin embargo, a pesar de ser un talentoso historiador del arte, Warburg sufrió episodios de depresión y psicosis. En 1918 fue internado en un manicomio. Cuando fue dado de alta después de seis años, regresó y descubrió que, bajo la dirección del historiador de arte Fritz Saxl, su colección había triplicado su tamaño y que regularmente se celebraban conferencias populares.
Warburg murió en 1929, antes de poder terminar su obra maestra, el Bilderatlas Mnemosyne, un intento de sintetizar la transmisión de símbolos potentes a través de las culturas mediante la fijación de redes de miles de imágenes en más de 60 paneles gigantes de madera. Casi cuatro años después, los nazis llegaron al poder.
Tras las manifestaciones de quema de libros y debido a la fe del fundador del instituto y de su círculo de académicos, el trabajo del Instituto Warburg se volvió imposible. En 1933, con la ayuda del industrial y coleccionista Samuel Courtauld, los 60,000 libros del edificio, junto con su personal, fueron enviados en barco a Londres para su seguridad. En 1944, la familia Warburg cedió el instituto a la Universidad de Londres a cambio de asegurar –y financiar– su futuro.
En 2014, los alquileres de Londres se dispararon y una disputa legal sobre el destino de la biblioteca llegó a los tribunales de la ciudad. Por un lado, estaba la universidad, que buscaba aclarar los términos de la escritura, firmada durante las tensiones de la Segunda Guerra Mundial. Por el otro, estaba el Consejo Asesor de Warburg (y miembros de la familia Warburg), que expresaban su temor de que el instituto pudiera perder su identidad, engullida entre los millones de libros que se guardaban en la Biblioteca de la Casa del Senado.
Después de 10 días de deliberación, el juez dictaminó que la escritura era irreprochable y de esa decisión surgieron 9.5 millones de libras, el núcleo del presupuesto para la reciente reurbanización.
Conocida como el "Renacimiento de Warburg", la remodelación, dirigida por los arquitectos ganadores del Premio Stirling, Haworth Tompkins, cuyos clientes anteriores incluyen el Royal College of Art y la Biblioteca de Londres, convirtió el antiguo patio del edificio en una moderna sala de lectura con clima controlado para las colecciones especiales y el archivo de fotografía, junto a un auditorio futurista de 140 asientos.
En la planta baja, las oficinas del personal han dado paso a un espacio de exposición pública, en uno de cuyos extremos se encuentra la biblioteca del exilio de Edmund de Waal, una instalación de libros encuadernados en porcelana dedicada a bibliotecas perdidas, creada inicialmente para la Bienal de Venecia de 2019. A partir de enero de 2025, el otro extremo albergará una muestra que examina la historia del tarot, con diseños del ocultista Aleister Crowley del propio archivo de Warburg.
En el piso superior, las estanterías han sido remodeladas para recuperar su forma original. También se ha puesto orden en el novedoso sistema organizativo de la biblioteca.
Del mismo modo, la "ley del buen vecino" se ha mantenido. Como resultado, los lectores siguen teniendo libertad para recorrer el instituto (una característica cada vez más rara en las bibliotecas modernas) y descubrir publicaciones recientes intercaladas entre textos de siglos de antigüedad, algunos de los cuales contienen los ex libris originales del propio Warburg o de otros profesores famosos, como Michael Baxandall, Frances Yates y Ernst Gombrich, quien fuera director del instituto entre 1959 y 1976, y su piano de cola Grotrian-Steinweg todavía se encuentra en un rincón del edificio.
Con apenas 2,000 miembros en la actualidad, ¿de dónde va a salir la sangre nueva que espera atraer al Warburg?: a través de áreas de actividad cultural, como residencias, encargos y exposiciones, esperan presentar lo que el lugar tiene para ofrecer a una gama mucho más amplia de personas. "Con el Renacimiento de Warburg, no sólo respetamos el pasado, sino que lo reactivamos", comenta Bill Sherman, director del instituto desde 2017.