Las obras de los grandes maestros del Impresionismo cuelgan en las paredes del Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, con la muestra La revolución impresionista: de Monet a Matisse del Museo de Arte de Dallas (DMA) que estará abierta del 25 marzo al 27 de julio de 2025.
En el marco del 150 aniversario de la primera exposición impresionista de la historia, celebrado en el 2024, la revolución impresionista invita a reflexionar en torno a estos artistas, reconocidos hoy como los “escandalosos” renegados que fueron, y a repensar el innegable impacto que tuvieron en el arte del siglo XX.
La exhibición, curada por Nicole R. Myers, explora la fascinante historia del impresionismo, desde su nacimiento en 1874 hasta el legado que alcanzó en los primeros años del siglo XX. Contada completamente a través de las excepcionales colecciones del DMA, esta exposición revela los orígenes rebeldes del colectivo de artistas independientes conocido como “los impresionistas” y la revolución que crearon en el arte moderno.
La exposición está dividida en cuatro núcleos temáticos que llevan al espectador a través de la transformación del impresionismo: En la primera parte, bajo el título Rebeldes con causa, pueden apreciarse obras como El Pont Neuf, de Claude Monet, y Place du Théâtre Français: Efecto Niebla, de Camille Pissarro.
En Notas del campo se exploran las técnicas innovadoras desarrolladas al pintar al aire libre con las obras El río Sena en París, de Paul Signac, y Valle Buona, cerca de Bordighera, de Monet. En la tercera destaca la influencia del Impresionismo en artistas como Vincent Van Gogh y Paul Gauguin, y se titula Efectos secundarios.
Forever muestra cómo el legado impresionista inspiró otros movimientos, con obras como Naturaleza muerta: ramo de flores y frutero de Henri Matisse y Barcos de pesca en L'Estaque de André Derain, que demuestran la continuidad de la innovación artística en el siglo XX.
Los impresionistas rompieron con la tradición. Cambiaron las técnicas, los temas y la forma de exhibir sus obras. Así, redefinieron el arte contemporáneo de vanguardia. Las innovaciones únicas de figuras centrales del movimiento, como Claude Monet, Edgar Degas y Berthe Morisot, sentaron las bases a las que respondieron los artistas vanguardistas de generaciones posteriores, desde Paul Gauguin y Vincent van Gogh hasta Piet Mondrian y Henri Matisse.
Rebeldes con causa
En 1874, un colectivo de artistas que se llamaban a sí mismos Sociedad Anónima de Pintores, Escultores, Grabadores, etc. inauguró la primera de lo que, a lo largo de 12 años, se convertiría en una serie de ocho exposiciones grupales. Al organizar sus propias exhibiciones, este colectivo, que hoy conocemos como los impresionistas, desafió el sistema oficial, un acto impulsado tanto por un espíritu rebelde como por una visión emprendedora.
En contraste con los temas históricos y los estilos tradicionales favorecidos por la Academia, los impresionistas compartían la pasión por capturar la vida cotidiana y moderna en todas sus realidades, desde lo espectacular a lo mundano, con un estilo igualmente moderno. Al pintar puentes de hierro, medios de transporte a vapor, la vida callejera y escenas íntimas de la vida doméstica, los impresionistas elevaron las imágenes cotidianas a la categoría de arte refinado.
A pesar del esfuerzo de los artistas, las exposiciones impresionistas escandalizaban al público parisino y en general, eran consideradas un fracaso. Salvo por unos pocos críticos y coleccionistas visionarios, el mercado tardó en apreciar esta forma de arte subversiva, y el reconocimiento no llegó sino hasta años después de la última exposición en 1886.
Los colores vívidos y las formas disueltas de los impresionistas cautivaron a los espectadores de la época, quienes estaban acostumbrados al realismo elegante y las paletas terrosas de las pinturas académicas que se exhibían en el Salón de París. Para la mayoría de los críticos y coleccionistas, las pinturas impresionistas eran obras torpes que parecían bosquejos en el mejor de los casos (u obras de una fealdad estridente en el peor).