Los artistas –desde Lucio Fontana hasta Nicolas de Staël– se han propuesto explorar la luz, la atmósfera y el espacio, o «todo lo que ocurre en el cielo». Aquí, un recorrido de algunas de sus interpretaciones.
«El sol es Dios», declaró el pintor JMW Turner en su lecho de muerte, lo que representa la fuente de su fe y la motivación de su arte. Sin embargo, podría haber hablado en nombre de todos, pues la nuestra es una cultura solar. A lo largo de los siglos, el sol ha iluminado el arte y ha irradiado a través de la filosofía y la literatura, erigiéndose como metáfora de lo más preciado: la visión, el orden y la razón, comenta la casa de subastas Christie's.
▪ Josef Albers, Estudio para homenaje al cuadrado: Dos naranjas cálidos con tonos verdosos y amarillos pálidos, 1958. Pionero de la teoría del color, el estadounidense de origen alemán, fascinado por las propiedades de la luz y el espacio, creó un gran dramatismo en sus pinturas abstractas geométricas, engañosamente sencillas. Al superponer diferentes colores, Albers descubrió que podía transformar la intensidad emocional de una pintura, algo que exploró en profundidad durante más de una década en su serie «Homenaje al Cuadrado».
▪ Max Ernst, Noche clara, alrededor de 1943. El pintor surrealista no se dejaba intimidar. Maestro de la atmósfera distópica, el artista alemán supo exactamente cómo subvertir el poder romántico de la luz de la luna en algo engañoso y misterioso. Nuit claire ('noche clara'), pintada durante la Segunda Guerra Mundial, suspende un orbe resplandeciente sobre un paisaje árido. La escena posee una tranquilidad dorada que sugiere una otredad primordial que persiste en los confines del cosmos, algo que el dramaturgo estadounidense Arthur Miller describió como 'los rastros residuales de un mundo suprasensual'.
▪ Nicolas de Staël, Paysage au nuage, 1953- El crítico de arte John Berger lo describió como «un pintor que nunca dejó de buscar el cielo». El talentoso artista francés de origen ruso pasó el verano de 1953 en Lagnes, Provenza, donde pintó la atmosférica obra abstracta Paysage au nuage («paisaje con nubes»). Viviendo en un lugar que describió como «simplemente un paraíso, con horizontes infinitos», de Staël buscó capturar la naturaleza transitoria de la vida a través de la representación de las nubes.
▪ Lucio Fontana, Concetto Spaziale, Attesa, 1967, y Concetto Spaziale, Attesa, 1968. El trayecto de Yuri Gagarin a la órbita terrestre (1961) y sus observaciones desde el espacio inspiraron a muchos artistas, entre ellos al italiano Lucio Fontana, fundador del Espacialismo. Fue un genio conceptual que buscó articular el universo mediante cortes verticales en la nada, a lo que tituló «Concepto Espacial, Esperando». El artista sostenía un cúter sobre un lienzo, esperando el momento perfecto para cortar, y entonces cortaba con audacia el material. «Mis cortes son el misterio de lo desconocido en el arte», dijo. «Son la expectativa de algo que debe seguir».
▪ Léon Spilliaert, Galerías reales de Ostende y playa, después del orage, 1907. Artista belga autodidacta, era un insomne crónico que encontraba un contrapeso a su melancolía en el mundo nocturno de su ciudad natal, Ostende. Sus paseos nocturnos lo llevaban a menudo al muelle, donde observaba la oscuridad inminente, plasmando su negrura aterciopelada con una aguada de tinta china sobre papel.
En su obra Galeries royales d'Ostende et plage, après l'orage, el cielo vespertino y las nubes tormentosas contrastan con la tenue luz que emana de dos ventanas.
▪ Réne Magritte, La Peine Perdu, hacia 1965-67. El artista surrealista podía hacer que incluso el cielo más común resultara inquietante. Estaba profundamente fascinado por el funcionamiento de la mente y era un estudioso entusiasta del psicoanalista Sigmund Freud y su influyente obra "La interpretación de los sueños". Magritte buscó ilustrar las observaciones de Freud en la pintura, dando como resultado obras que intentan despertar la imaginación.
▪ Alighiero Boetti, El dolce far niente, 1975. Al ser cuestionado sobre la naturaleza confusa de su arte, el artista italiano y nómada empedernido respondió que, si bien sus obras podrían parecer visualmente complejas, en realidad estaban muy organizadas. «Es solo cuestión de conocer las reglas del juego. Es como mirar un cielo estrellado. Alguien que desconoce el orden de las estrellas solo verá confusión, mientras que un astrónomo tendrá una visión muy clara de las cosas».