Considerado uno de los pioneros del Art Nouveau, Alphonse Mucha (1860-1939) fue enterrado en el cementerio de Vyšehrad de Praga. Había fallecido de neumonía cinco días antes, a los 78 años. Las fuerzas nazis que ocupaban la ciudad derramaron pocas lágrimas, pues Mucha era un conocido pacifista y masón que se oponía a los objetivos del Tercer Reich.
Insistieron en que solo los familiares más cercanos asistieran al funeral, recuerdan en Christie´s. Sin embargo, acudieron más de 100,000 personas. En parte, esto fue simplemente una protesta contra la ocupación alemana de Checoslovaquia.
Hoy en día, el artista es famoso por haber sido pionero del Art Nouveau a principios del siglo XX. “Sin embargo, fue mucho más que eso, y nuestro propósito es explorar su fascinante vida y carrera en su conjunto”, afirma Marcus Mucha, bisnieto del artista.
Marcus, director ejecutivo de la Fundación Mucha, quien recién que inauguró un museo en el centro de Praga dedicado al artista. La idea, en cierto sentido, es mostrar cómo un niño pobre de un pequeño pueblo de Moravia recibió una despedida tan memorable en la capital checoslovaca 70 años después.
El nieto del artista, John Mucha, y su nuera, Geraldine Thomsen Mucha, crearon la Fundación en 1992 con la intención de promover su obra. Esta posee la mayor colección mundial de su arte –4,000 obras–, desde pinturas, dibujos y joyas hasta carteles litográficos (muchos de ellos originales recién impresos por el artista y nunca antes vistos en público).
Mucha nació en 1860 en Ivančice. Alphonse comenzó su carrera como aprendiz de pintor de escenografía para una compañía de diseño teatral en Viena. Sin embargo, ese aprendizaje terminó abruptamente en 1881, cuando el principal cliente de su empleador, el Ringtheater, se incendió.
A su regreso a Moravia, Mucha recibió el encargo de un terrateniente local, el conde Eduard Khuen-Belasi, para decorar su castillo. Khuen-Belasi financió posteriormente los estudios del artista en la Academia de Bellas Artes de Múnich y, posteriormente, en la Academia Julian y la Academia Colarossi de París.
En la capital francesa, frecuentaba la Crémerie de Madame Charlotte, un café donde artistas con escasos recursos, como Paul Gauguin y Paul Sérusier, podían comer a cambio de cuadros. Mucha y Gauguin se hicieron amigos y, tras el regreso de este último de su primer viaje a la Polinesia en 1893, compartieron brevemente un estudio.
La gran oportunidad de Mucha llegó en Navidad un año después, cuando Sarah Bernhardt le pidió un cartel para promocionar su producción de la obra Gismonda, que se estrenó a los pocos días en el Théâtre de la Renaissance. Todos sus ilustradores principales estaban de vacaciones por Navidad.
Así pues, le tocó a Mucha crear un cartel que causó sensación. Los parisinos se despertaron maravillados el día de Año Nuevo de 1895 al verlo esparcido por toda la ciudad. Al parecer, al anochecer, la mitad de los carteles habían sido retirados de sus vallas.
A Bernhardt le encantó y le ofreció de inmediato a Mucha un contrato de seis años para diseñar carteles, escenografía y vestuario para sus producciones. No fue la única persona que solicitó sus servicios. Mucha se convirtió en una figura de gran éxito en el mundo de la publicidad, creando carteles para vender bicicletas, perfumes, brandy, jabón, champán, chocolate y más.
Checoslovaquia obtuvo su independencia al final de la Primera Guerra Mundial, tras lo cual Mucha diseñó sus nuevos sellos y billetes de forma gratuita.
Viajó extensamente por Europa central, oriental y sudoriental, investigando las tradiciones locales y colaborando con expertos en historia eslava. El resultado final, tras casi dos décadas de preparación, fue La epopeya eslava, que donó a la ciudad de Praga en 1928.
Los 20 lienzos monumentales de La epopeya eslava volvió a exhibirse en un castillo de Moravský Krumlov (pueblo cercano al lugar de nacimiento del artista) en la década de 1960, una década, por cierto, en la que la seductora obra Art Nouveau de Mucha volvió a ponerse de moda y le granjeó una nueva generación de admiradores en todo el mundo. El ciclo permanece en el castillo.