Las verdaderas obras maestras, que reflejan a la vez la época de su creación y la innovación artística futura, resisten la prueba del tiempo.
La eterna experimentación de los artistas con nuevas técnicas y composiciones, así como sus formas de interpretar la luz y el color, siempre han impulsado el avance de los medios y los movimientos.
En contraste con el realismo visto en el arte de siglos anteriores, finales del siglo XIX y principios del XX fueron testigos de una explosión de expresión creativa, anticipando la abstracción que vendría en los años posteriores. Imogen Kerr, codirectora de la Venta Nocturna del Siglo XX de Christie's, destaca tres obras maestras de la colección del Museo de Arte Kawamura Memorial DIC.
Ofrecida durante la Semana Marquee de Otoño de Christie's en la ciudad de Nueva York, esta colección presenta obras notables de arte impresionista, moderno, de posguerra y contemporáneo de artistas que van desde Claude Monet, Pierre-Auguste Renoir y Henri Matisse hasta Marc Chagall, Henry Moore y más. Se muestran tres pinturas, ofrecidas en la Venta Nocturna del Siglo XX de Christie's, que encarnan el arte revolucionario de este período.
Composición
¿Qué define la obra maestra de composición de Monet? Ya sea densa o dispersa, omnipresente o marcadamente desequilibrada, la composición de una obra de arte tiene el poder de dirigir la mirada por el lienzo. La disposición de líneas, formas, colores y contrastes contribuye a crear composiciones llamativas. Para los artistas que se inspiran constantemente en la misma escena o tema, crear nuevas obras suele ser cuestión de experimentar con composiciones novedosas.
Quizás ningún otro artista creó tantas composiciones sobre un tema singular como Claude Monet, cuyos nenúfares aparecen en unas 300 pinturas. Con el agua fluyendo constantemente, las plantas floreciendo y marchitándose, y la luz cambiando a lo largo del día y la estación, la naturaleza ofrecía una mezcla de composiciones en constante evolución.
Los arreglos de nenúfares de Monet, similares a constelaciones, evitaban la perspectiva pictórica convencional, ya que a menudo representaba sus reflejos en el agua, abstrayendo así el entorno. Con sus amplias composiciones, los lienzos monumentales de Monet envuelven al espectador como si estuviera en plena naturaleza.
“El agua de Monet refleja una imagen especular del cielo soleado y los árboles que la enmarcan a ambos lados. La superficie del agua se ondula suavemente con la ligera brisa, anclada en el espacio por nenúfares densamente empastados que marcan el plano pictórico, delimitando el espacio”, comenta Kerr.
Técnica
¿Qué define la obra maestra técnica de Renoir? La salpicadura de Jackson Pollock, la serigrafía de Andy Warhol, la escobilla de goma de Gerhard Richter. A lo largo de la historia, la experimentación ha impulsado la innovación, dando lugar a técnicas distintivas que definen la obra de un artista.
El impresionismo marcó un punto de inflexión en la adopción de técnicas no tradicionales, como lo demuestran las pinceladas amplias y las luminosas yuxtaposiciones de color de Pierre-Auguste Renoir en sus suntuosos desnudos y pintorescos paisajes.
La pincelada abigarrada, compuesta por una pasta gruesa y ondulante y pequeñas pinceladas de pintura aplicada espontáneamente, confiere a las obras de Renoir una sensación de libertad nunca vista en el arte. Este enfoque gestual fue especialmente vanguardista a finales del siglo XIX, allanando el camino para el modernismo francés.
Pintar modelos y sujetos con una mirada matizada también reflejaba la inclinación de Renoir por representar escenas alegres y serenas.
“Las pinceladas suaves de rico color evocan la exuberante vegetación del paisaje tras su bañista, cuya corpórea piel de porcelana emana una calidez extraordinaria, un resplandor juvenil que solo Renoir supo dominar, sin parangón entre sus contemporáneos. Un regreso triunfal a sus raíces impresionistas, Baigneuse es un testimonio de la gran versatilidad y habilidad de Renoir como pintor”, agrega Kerr.
Luz y color
¿Qué define las obras maestras de luz y color de Marc Chagall? Trabajando en conjunto, la luz y el color infunden a las obras una atmósfera y energía particulares. Alejándose de las representaciones más naturalistas, los impresionistas buscaron capturar un instante fugaz, pintado al natural o al aire libre, optando por una gama cromática completa en lugar de la tenue luz del estudio.
El efecto produjo una vitalidad incomparable, que el fauvismo llevó aún más lejos mediante sus tonos intensos y altamente saturados.
Muchos artistas, incluyendo a uno de los mayores coloristas de la historia, Chagall, se distinguen por sus distintivas paletas. Chagall, quien describió el color como «el pulso de una obra de arte», empleaba con frecuencia tonos joya que realzaban la magia de sus temas predilectos, desde amantes hasta artistas de circo.
La rica paleta de Chagall se vio influenciada por su experiencia en la creación de vidrieras, muchas de las cuales fueron encargadas a lo largo de la década de 1960.
Al respecto, Kerr expresa: “El color en esta escala tiene una cualidad visceral intencional, que despierta emociones y proporciona una experiencia verdaderamente física que evoca el lenguaje de grandes frescos, murales y pinturas históricas: proyectos ambiciosos destinados a inspirar asombro e instruir”.