La idea de móvil, tan arraigada en el imaginario colectivo, cuesta creer que hubo un tiempo en que no existía. Pero antes de Alexander Calder (1898-1976), no fue así.
En 1930, la escultura del estadounidense evolucionó de lo más figurativo a lo puramente abstracto. En 1931 nació su primer móvil: una escultura abstracta de mesa cuyo movimiento era impulsado por un motor, refiere la casa de subastas Christie's.
Otro artista, Marcel Duchamp lo bautizó como mobile, que significa tanto ‘movimiento’ como ‘motivo’ en francés. Poco después, Calder desarrolló el móvil tal como lo entendemos hoy: un objeto que se mueve por sí solo, impulsado por el aire.
- Duchamp no fue el único artista que puso nombre a los objetos de Calder. Después de enterarse de que Duchamp había llamado móvilesa los objetos en movimiento de Calder, su amigo en común, el artista abstracto Jean Arp, le preguntó sarcásticamente a Calder: “Bueno, ‘¿qué fueron esas cosas que hiciste el año pasado, estables?’” La pregunta, que hizo en referencia a las anteriores obras abstractas estacionarias que precedieron a los móviles, divirtió a Calder, quien siempre disfrutó de los juegos de palabras. El nombre se quedó.
- En 1943 fue el artista más joven en recibir una retrospectiva en el MoMA. En 1929, Abby Aldrich Rockefellerfundó el Museo de Arte Moderno, MoMA, en Nueva York, el primero de su tipo en Estados Unidos. En septiembre de 1943, cuando Calder tenía 45 años, el MoMA presentó Alexander Calder: Esculturas y construcciones, que lo convirtió en el artista más joven en recibir una retrospectiva. La muestra resultó tan popular que se extendió hasta 1944, casi dos meses después de la fecha de cierre original.
- La Grande Vitesse, la primera financiada por el NEA. En un esfuerzo por acercar el arte a la población, el Fondo Nacional de las Artes, NEA por sus siglas en inglés, inició en la década de 1960 el programa Arte en lugares públicos. Ofreció subvenciones a ciudades estadounidenses que proporcionaron fondos para la realización de obras de arte público. En 1969, la ciudad de Grand Rapids, Michigan, inauguró formalmente la monumental La Grande Vitessede Calder, la primera obra pública subvencionada.
- Provenía de una larga línea de artistas. Calder descendía de un linaje de pintores y escultores. Su abuelo y su padre –Alexander Milne Caldery Alexander Stirling Calder–, y su madre, Nanette Lederer Calder, era una pintora que pagó sus clases de arte en contra de la voluntad de su familia, antes de casarse con Stirling Calder.
- Abandonó la idea de convertirse en ingeniero mecánico. Aunque su conversión en artista podría haber parecido predestinada, cuando Calder se acercaba a la graduación de la escuela preparatoria, sus padres lo desanimaron por una carrera artística.
Deseaban para su hijo mayor comodidad y seguridad. Calder se matriculó en el Instituto de Tecnología Stevens y se graduó en 1919 con un título en ingeniería mecánica. Pero después de varios años trabajando en una gran cantidad de empresas relacionadas en su especialización, volvió a su vocación. Con la excepción de las obras monumentales de sus últimos años, Calder nunca volvió a confiar en su formación técnica. Toda su escultura fue realizada a través de procesos intuitivos.
- Era políticamente consciente. Durante la Segunda Guerra Mundial, Calder trabajó en nombre de amigos artistas atrapados en Europa, escribiendo cartas al gobierno estadounidense, para asegurar su ingreso a Estados Unidos. También pasó tiempo con soldados heridos y traumatizados que regresaban, realizando talleres de creación de arte en hospitales militares. Más tarde, Calder y su esposa Louisafueron vehementes manifestantes contra la Guerra de Vietnam, asistiendo a marchas e incluso pagando un anuncio de página completa en The New York Timesel 2 de enero de 1966. ‘La razón no es traición’, proclamaba.
- Nunca quiso asociarse con ningún grupo de artistas en particular. Aparte de estar brevemente asociado con el grupo Abstraction-Créationen 1931, al principio de su carrera, Calder prefirió seguir siendo individualista. Se distanció, insistiendo en que su trabajo no debería ser encasillado. Una vez le recordó al curador James Thrall Sobyque no lo confundiera con ‘los surrealistas, los neo-románticos, los concrecionistas, los automovilistas o los garagistas’. El tono era divertido, pero su mensaje era serio. Para un artista cuyo trabajo desafió la categorización, su singularidad fue más adecuada.