Fairways en la selva

Imagínese un campo de golf en medio de la selva, donde antes de cada golpe hay que admirar el escenario. Ése es El Tamarindo.

Este asombroso campo de golf de 18 hoyos de tipo campeonato se encuentra dentro de una reserva natural de 825 hectáreas, que lo convierte en uno de los escenarios más espectaculares de todo el mundo, bajo el cántico de cientos de aves.

Los fairways están delineados con diversas especies de palmeras que, además de adornar el lugar, con su suave vaivén indican la dirección del viento antes de cada stroke. Por si fuera poco, las vistas desde los hoyos, esculpidos en las rocas, están enmarcadas por la línea costera que bordea las aguas azul cristal del océano Pacífico. Los diseñadores no desaprovecharon el lugar, y por ello ocho hoyos tienen vista al mar.

El campo es par 72, con la comodidad de 6,750 yardas, lo que permite observar la belleza de la zona entre golpe y golpe. El Tamarindo está trazado para jugarse cómodamente por los jugadores de todos los niveles, al contar con varios tees de salida, y a la vez ofrece numerosos retos para golfistas más experimentados, quienes deben considerar los constantes cambios del viento.

Como dato, el hoyo más largo es el 11, par 5 de 547 yardas, mientras que el más corto es el 4, un par 3 de 127 yardas, donde hay grandes posibilidades de anotarse un birdie.

El campo El Tamarindo, ubicado en Costalegre, fue diseñado originalmente por Robert Trent Jones Jr., sin embargo, debido a leyes de conservación que entraron en vigencia cuando el campo todavía estaba en la etapa de planeación, Jones recurrió al experimentado David Fleming para completar el campo, respetando al máximo el lugar.

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Tipo Indiana Jones

Para Fleming el reto fue mayor, debido a que fue su primer campo diseñado y construido, y le quedó el recuerdo de que caminó el terreno varias semanas, acompañado por gente con machetes, quienes le abrieron brecha, mientras iba imaginándose el recorrido. “Me sentí Indiana Jones. Trabajé entre jaguares, jabalíes salvajes, víboras, incluidas boas, cascabeles y coralillos, así como mapaches, venados, pericos y grandes insectos.” Ante este recuerdo del diseñador, cualquier pelota out-of-bounds es eso, out-of-bounds, no intente recuperarla. Es más seguro sacar otra pelota de la bolsa y anotar el golpe     de castigo.

Al final Jones y Fleming crearon un campo que dejó el paisaje natural de la zona virtualmente sin tocar, para crear una impresión duradera de la serena belleza del área. No se alteró el equilibrio ecológico y el impacto ambiental fue mínimo, realizándose el trazado sin mover palmeras o árboles, algo que enorgullece a sus creadores.

El escenario, siempre listo para ser jugado, cuenta con mesa de práctica, servicio de valet, para que lo único por lo que tenga que preocuparse sean los birdies, y una bien surtida Pro-shop.

La temperatura es ideal casi todo el año, variando de los 20 grados altos a los 30 medios, con un poco de humedad alta, de julio a septiembre. El retraso en las lluvias es casi desconocido en la zona, con excepción de 10 o 15 días al año, cuando llegan los aguaceros.

Y para platicar de lo acontecido en el campo mientras se disfruta de una bebida, el espectacular Snack bar del hoyo 9, situado en un risco frente al mar, es una alternativa culinaria.    

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Texto: Laura Velázquez ± Foto: El Tamarindo.