El austríaco Paul Guschlbauer desafió los límites de la aventura al conquistar el volcán Augustine, uno de los volcanes más activos de Alaska.

Conocido por sus actuaciones en el Red Bull X-Alps y su capacidad sin igual para descubrir lugares extraordinarios, el último logro de Guschlbauer establece un nuevo estándar en el mundo del parapente.

El Augustine, un majestuoso pico a 284 kilómetros de Anchorage, está situado en una isla deshabitada frente a la costa sur de Alaska, en Cook Inlet. La isla forma parte del arco volcánico de las Aleutianas, una cadena de volcánica formada por la subducción de la placa del Pacífico debajo de la placa norteamericana.

Con una altura de 1,252 metros, el Augustine es una de las cumbres estratovolcánicas más imponentes. Está formado por numerosas capas de lava endurecida, tefra, piedra pómez y ceniza volcánica y es conocido por sus erupciones explosivas, que producen flujos piroclásticos, nubes de ceniza y domos de lava.

El Observatorio de Volcanes de Alaska (AVO) monitorea continuamente el volcán para detectar señales de actividad, utilizando una red de sismógrafos, imágenes satelitales y otros instrumentos geofísicos, y proporciona alertas tempranas para garantizar la seguridad. El Augustine tuvo una última erupción significativa en 2006, que lo convierte en uno de los volcanes más activos de Alaska.

Guschlbauer vio el volcán por primera vez durante un viaje a Alaska y se imaginó aterrizar en la costa con una avioneta. "Vi la montaña desde tierra firme y pensé que sería increíble volar hasta allí y aterrizar en la playa", recuerda Guschlbauer.

La aventura requirió varios años de planificación meticulosa y un profundo conocimiento tanto de vuelo como de parapente en circunstancias difíciles. A pesar de la ubicación remota y los patrones de viento inciertos, su experiencia le aseguró que podía esperar el momento perfecto para aprovechar las corrientes ascendentes de aire cálido, esenciales para ganar altitud y mantenerse en el aire.

"Mi plan era volar lo más alto posible con el avión y luego conquistar la montaña y volar hacia abajo", explica Guschlbauer. Después de aterrizar en un lugar adecuado y ascender otros 100 metros, las condiciones térmicas cambiantes le permitieron volar en parapente desde la cima. "Elevarse y volar en térmica desde el volcán, rodeado por el mar, fue una experiencia inigualable. Nunca imaginé que podría aterrizar en la cima, pero la oportunidad estaba allí y yo estaba preparado. ¡Fue simplemente espectacular!"

La misión requirió superar importantes desafíos técnicos, incluida la identificación de una zona de aterrizaje segura en la accidentada isla volcánica. Utilizando herramientas avanzadas como Google Earth para la exploración preliminar, Guschlbauer y su equipo realizaron vuelos exploratorios para finalizar su aproximación. Los patrones de viento impredecibles alrededor del volcán exigieron una sincronización precisa para garantizar oportunidades de parapente seguras y efectivas.