La herencia de Louis Vuitton va más allá de sus famosos baúles. Su inquebrantable cerradura dio a los viajeros la seguridad de sus pertenencias.
Haciendo un poco de historia, en 1837, a los 16 años, Louis Vuitton (1821-1892) arriba a París tras un largo peregrinar a pie y en solitario. Posteriormente empezó a trabajar como aprendiz para monsieur Maréchal, un fabricante de maletas, en una época donde los coches jalados por caballos, los barcos y los trenes eran los principales medios de transporte, y el equipaje era manipulado sin tientos.
En previsión de perder sus valiosos objetos contenidos en el equipaje, víctima del maltrato de los maleteros, los paseantes recurrían a los artesanos para embalar y proteger sus objetos personales. Por sus creaciones, Louis Vuitton se convirtió en un apreciado artesano del taller parisino de Maréchal, haciendo de su oficio en algo especializado al diseñar baúles según los deseos de los clientes.
Louis Vuitton permaneció 17 años con Maréchal antes de abrir su propio taller cerca de la Place Vendome.
A finales del siglo XIX, los viajeros llevaban todos sus enseres en armarios y baúles planos que atraían a menudo a los ladrones. La empresa Louis Vuitton buscó la manera de ayudar a sus clientes a proteger sus objetos de viaje.
Georges Vuitton (1857-1936), hijo de Louis Vuitton, se unió a la compañía familiar en 1886 y revolucionó los cierres de equipaje con una ingeniosa cerradura con dos hebillas de resorte que convertía los baúles de viaje en auténticos cofres del tesoro.
Tras varios años de desarrollo, George patentó este revolucionario cerrojo y lo instaló en sus baúles. Confiaba tanto en la eficacia de su creación, que llegó a retar al gran escapista estadounidense Harry Houdini (1874-1926) a evadirse de una caja y un candado Vuitton. Houdini no superó el reto y la eficacia del candado quedó comprobada.
En la actualidad, los cerrojos son instalados en las creaciones Louis Vuitton en el taller de Asnières; aperturado en 1859, al noreste del centro de París, hoy en día ahí continúan fabricándose los productos de la marca. La casa familiar instalada en la parte superior del edificio se ha conservado y forma parte de un museo privado, mientras que en la planta baja 170 artesanos laboran en el taller, diseñando y creando artículos de piel y pedidos especiales para clientes de todo el mundo.