Desde el sigiloso mundo de las profundidades del mar, surge el francés Arnaud Jerald, figura dominante en la especialidad del buceo libre o apnea.
Recientemente, Arnaud Jerald consiguió su primer título como campeón del mundo en el desafío realizado en Kas, Turquía, al descender a 116 m, dos metros menos que el récord del torneo, impulsado únicamente por sus aletas. La hazaña le llevó 1 minuto y 34 segundos, sin considerar el mismo tiempo en promedio que le lleva retornar a la superficie, siguiendo únicamente la cuerda guía que le indica el rumbo.
El apneísta marsellés de 25 años de edad, tiene en su haber cuatro marcas mundiales de buceo libre, dos de ellas las impuso en julio pasado, en la competencia Vertical Blue 2021, en el Dean’s Blue Hole, un agujero de 202 m situado en las Bahamas, sitio donde descendió 117 m, propulsado por un par de aletas.
En su historia, Arnald Jerald comenta que su hipersensibilidad al ruido fue un incesante malestar desde su infancia, y en cierta ocasión tuvo la oportunidad de efectuar su primera inmersión marítima, equipado con un visor de buceo y un esnórquel, experimentando la emoción de sentirse libre. “En aquel momento “volaba” como Peter Pan, totalmente ligero, aunque en el agua… En ese momento decidí que sería un buzo libre profesional”.
La elección no fue fácil, en el buceo libre siempre existe el peligro: superados los 100 m, cada centímetro cuadrado de piel tiene que soportar 11 kg de presión. La clave está en la resistencia física del apneísta, combinado con las rítmicas contorsiones abdominales de Arnaud Jerald en el descenso, que le permiten adaptar la capacidad de aire de cada rincón de sus pulmones y permanecer más tiempo bajo el agua.
Para Arnaud Jerald, la apnea implica un gran esfuerzo corporal, pero el 80% del éxito sucede dentro de la mente. “El miedo nos hace humildes frente a los elementos; hay que asumir y saber manejar el riesgo. Perder el control total de la zona cero significa rendirse, abandonarse por completo”.
En sus rutinas bajo el mar, el atleta francés busca transmitir con imágenes lo que vive en las profundidades mientras desciende. “Cuando miro hacia arriba o hacia abajo, a 360° a mi alrededor, todo lo que veo es un azul en constante evolución”, agregó Arnaud Jerald. “Es el único lugar del mundo en el que se puede experimentar esa sensación de infinito”.