Las primeras nevadas cayeron en Jackson Hole Mountain Resort, en Wyoming, y los esquiadores ya empezaron a disfrutarla.
Es momento de gozar de las maravillas de la estación más fría del año, la vida salvaje, el espíritu indomable de los Alpes y del estilo del viejo oeste, en una invitación para los espíritus intrépidos. Esquiadores y snowboarders de diversas partes del mundo se preparan para la 56ª temporada de invierno en Jackson Hole, la cual promete toneladas de la mejor nieve –12.7 metros anuales para ser exactos– para deslizarse en la montaña.
Los terrenos de Jackson Hole son internacionalmente conocidos por sus extensas zonas de descenso, así como una variedad de pistas para todos los niveles. Por lo que no importa si nunca uno se ha puesto un par de esquís, si se han tomado lecciones previas o bien, si se es un esquiador extremo, el resort cuenta con instructores capacitados –que además hablan español–, para enseñar las técnicas, en Solitude Station.
El sitio está conectado a través del Aeropuerto de Jackson, que gracias a su conectividad desde 13 ciudades en Estados Unidos y vuelos de conexión desde México (Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey), es fácil arribar; desde ahí, el recorrido en carretera es de 20 minutos hacia Teton Village.
Jackson Hole se ubica en medio de los Parques Nacionales de Yellowstone y Grand Teton, que lo convierte en un lugar excepcional, donde se unen el entorno natural e invernal intacto con las aventuras en la montaña, que lo hacen ideal para las actividades al aire libre. Entre los sitios para hospedarse al pie de la montaña están Four Seasons, una cabaña para toda la familia lujosa en Granite Ridge Lodge o en el corazón del pueblo en el Hotel Jackson.
Otra experiencia es subir en el Big Red, el teleférico que transporta en su interior a 100 personas hacia la cima de las montañas y posteriormente disfrutar de una taza de chocolate caliente acompañada de unos wafles con mantequilla de cacahuate a 3,185 metros de altura, resulta memorable.