Cuando llegamos a este destino en velero desde Buenos Aires, después de una travesía sin problema y vientos favorables, en el horizonte surge como un espejismo Punta del Este. Ésta es la playa más exclusiva, la perla del Cono Sur, invadida por los famosos cuando empieza el verano austral.

Los turistas llegan con los primeros días cálidos del último mes del año, y los pertenecientes al jet set brasileño o argentino buscan dejarse ver en las playas de dunas largas o de compras por calles elegantes. Desde que pisan tierras uruguayas comienzan el juego de la rivalidad, compitiendo por quién tiene las mejores prendas, los más sofisticados coches o las joyas que brillan a la luz de las noches de altas temperaturas y animadas conversaciones.

La calle Gorlero, vestida de neón y sofisticadas vitrinas, vive al ritmo de las bellas mujeres que en ella deambulan para lucir sus espectaculares cuerpos bronceados, y los hombres relucen sus Porsche o BMW.

 

 

Cenábamos en los restaurantes de la Rambla Artigas, compartiendo la vida nocturna de la muchedumbre estival y como representantes de la revista Amura nos invitaban a las fiestas privadas que animan las elegantes mansiones a la orilla del mar o que están escondidas entre los pinos.

Los casinos, como el Conrad, estallan festivos recibiendo a gran cantidad de gente, pero nosotros preferíamos ir por las tardes a tomar té en Las Cumbres, un maravilloso y exclusivo hotel restaurante. Está ubicado en la cima del Cerro de la Ballena, con una espectacular vista, y es parte de las costumbres que los visitantes deseen ser vistos allí o encontrarse con alguien conocido. Este singular lugar es el favorito de los intelectuales.

 

 

Punta del Este es también una hermosa naturaleza de largas playas, dunas doradas y el mar azul oscuro que atrapa en los veranos ardientes. Además están la laguna de Sauce, que refleja los bosques de pinos, y el arroyo Maldonado y su insólito estuario repleto de aves, donde se aloja el encantador pueblo de La Barra.

Los pericos animan el ambiente, los leones marinos nadan entre las rocas y Punta Ballena. Es el sitio elegido para rimbombantes casas, y allí está el estudio del reconocido artista uruguayo Carlos Páez Vilaró. Por esta playa encontramos mucha gente famosa, aunque no deja de tener todas las características de un lugar privado. En la marina, situada al final de la Playa Mansa, en el Río de la Plata, el velero de Amura rivalizaba con los más bellos yates.

 

 

La punta sur de la ciudad es espacio de exclusivas casas, y allí también está la belleza de la iglesia azul y del faro. Las olas estallan fuertes, las bikinis disputan en colores, los cuerpos compiten en perfección y color azúcar morena. Cuando no estábamos invitados a fiestas privadas íbamos a cenar a La Bourgogne o a Blue Cheese.

En esta época la gente no descansa, goza del verano y de sus vacaciones. Luego, en marzo, un éxodo masivo se produce y este destino se adormece, alojando hasta los próximos calores a quienes viven todo el año en este lugar. Pero los habitantes de Punta no sólo disfrutan de las vacaciones de verano sino que también gozan de las otras estaciones del año, y están acostumbrados a resistir el ritmo de un invierno frío, húmedo y ventoso.

 

 

Punta del Este es la estrella de la Riviera uruguaya, que palpita con los ecos de las fiestas o de los escándalos que llenan las páginas de las revistas de chismes. Sin embargo, es un maravilloso espacio en esa costa que ha sabido combinar su lado “People” con una espectacular naturaleza.

 

Ahora, ya de regreso, sabemos que fue un lugar ideal para nosotros, navegantes de Amura, para un chapuzón en la vida social y en las aguas de América del Sur.  

 

 

Texto: Patrick Monney ± Foto: Patrick Monney