El Homo de Valencia

Marco de la Rasilla, profesor e investigador de Prehistoria de la Universidad de Oviedo, refiere que dados los vestigios del Homo neanderthalensis hallados en Europa, se cree que los neandertales aparecieron en esta región hace 230,000 años y se extinguieron hace unos 35,000 años. 

En La Cova del Bolmor, un yacimiento arqueológico situado 2 km al sureste de Tavernes de la Valldigna, en la Comunidad Valenciana, se encontraron los restos más antiguos del hombre de Neandertal, datados en el Paleolítico inferior; se trata de herramientas y huesos de presas que fueron fechadas en el 350,000 a.C. Aunque no se consideran propiamente fósiles humanos, se asocian estrechamente con la actividad de homínidos anteneandertales.

Estas evidencias son los vestigios de los primeros establecimientos humanos que contribuyeron al poblamiento de Europa, cuyos principales desplazamientos se dieron por el sistema costero del Mediterráneo.

 

 

 

 

 

En 1917, el arqueólogo valenciano Juan José Senent Ibáñez, descubre un conjunto de pinturas rupestres en Morella la Vella, actualmente convertido en parque cultural, las cuales serían estudiadas posteriormente por el geólogo, paleontólogo y arqueólogo Eduardo Hernández Pacheco, dando a conocer que estas manifestaciones pertenecen al denominado ciclo levantino. Los vestigios de sitios con pinturas rupestres: la Galería Alta de la Masía, la Galería del Roure, la Covacha del Barranquet y La Viña; hoy forman parte de la herencia cultural de asentamientos prehistóricos, los cuales dejaron rastro de su presencia y la forma en que se relacionaron con su entorno, y que se encuentran dentro de la Declaración de Patrimonio de la Humanidad de Arte Rupestre del Arco Mediterráneo, realizada por la Unesco, en 1998. 

Estos cuatro enclaves, de los cuales dos se descubrieron en la década de los setenta y ochenta, forman parte una de las áreas más densas e importantes del levantino, en toda la cuenca mediterránea de la península Ibérica.

 

Renacimiento cultural:  la moderna Valencia

El Renacimiento significó para Valencia la organización de nuevas actividades productivas y comerciales, y el resurgimiento de otras: producción de papel, seda, peletería, cerámica, vidrio, orfebrería y construcción naval; procesos productivos que influyeron decididamente sobre la arquitectura urbana y la organización espacial de Valencia. Vendría con esto el desarrollo de infraestructura portuaria, de comunicaciones y transportes, muy característico de las ciudades situadas en el corredor mediterráneo que buscan enlazar el mar con tierra adentro. Actualmente, se siguen construyendo vías de comunicación y transporte de pasajeros y carga más eficientes, con mayor capacidad para vincular la región con el mundo. 

La ciudad de Valencia, el centro histórico urbano de la provincia, tiene aproximadamente 800,000 habitantes. Es la capital de la Comunidad Valenciana y su jurisdicción política-territorial incluye la Generalitat Valenciana y las provincias de Castellón, Alicante y Valencia. Los barrios de la ciudad se desarrollaron a partir de los procesos industriales en los que se especializaban, como los textiles, la cerámica o la peletería.

 

 

 

De la Real Fábrica de Alcora al museo 

La Real Fábrica de Alcora fue fundada en 1727 por el noveno conde de Aranda para abastecer las necesidades de la Corona. La intención era que la fábrica produjese loza fina y porcelana de calidad para sustituir las importaciones y que se implementara en ella un modelo inspirado en el que Jean-Baptiste Colbert impuso en las reales manufacturas francesas fundadas por Luis XIV en 1667. Como primer paso para la fundación de la fábrica el conde de Aranda estableció un convenio con los alfareros de Alcora para fijar su número y centrar su producción de alfarería en cántaros y ollas. Una magnífica colección de esta época se exhibe en el Palacio del Marqués de Dos Aguas, construido en el siglo XV. La segunda planta está dedicada a la cerámica y remata con una cocina clásica valenciana. 

También es posible encontrar piezas de valor estético como un aguamanil completo y montado en su mueble y tres piezas de la vajilla de los Beltrani –italianos de origen español– que tienen la particularidad de llevar cada una la firma de tres de los mejores pintores que hubo en la fábrica. Los distintos objetos abarcan cinco estilos diferentes: el bérain, de origen francés y utilizado en los inicios de la producción de l’Alcora; los géneros chinescos, frecuentes en las artes europeas del siglo XVIII; las rocallas, habituales a partir de 1740; el llamado género Álvaro, y piezas de porcelana tierna de estilo más propiamente neoclásico. 

 

 

 

 

 

Cúpulas en la arquitectura valenciana

Desde el punto de vista arquitectónico, en Valencia no sólo sobresalen las construcciones, sino las cúpulas de muchas de éstas, de diversas proporciones y estilos.

Rafaél Soler Verdú, en su estudio Actas del Primer Congreso Nacional de Historia de la Construcción, indica que con la construcción de la cúpula del Corpus Christi, se implantó en Valencia un nuevo modelo, que supone una importante renovación. Aunque presenta variaciones formales, se mantiene una constante que dota al conjunto de cúpulas estudiadas de homogeneidad. Incluso en casos como el de la Capilla de la Virgen, de planta y directriz elíptica. 

En la actualidad, Valencia posee 43 cúpulas, en especial de tres tipos: de amplias dimensiones, con revestimientos de teja azul vidriada, de influencia árabe; pequeñas e independientes (que pueden ser cerramientos de capillas), también en color azul, y las que conforman torres-campanarios, por lo general, posteriores a la construcción original del inmueble.

Destaca, por ejemplo, la de las Escuelas Pías (Barroco clasicista del siglo XVIII): una cúpula semiesférica en cuyo intradós posee veinte nervios pareados. Tiene 24.5 m de diámetro, 40 de altura y es la más grande de Valencia. Al exterior, tanto la cúpula como su linterna muestran teja azul, con nervios blancos; lo que, con base en las características de técnica y materiales, responde a la permanencia de rasgos comunes, dando continuidad a la misma cultura arquitectónica constructiva, que señala Soler Verdú.

 

 

 

Otras cúpulas dignas de admirarse son las del Mercado Central, construido en 1914, bajo una propuesta modernista. Restaurado por completo en el 2003, presenta cúpulas de hierro, cristal y cerámica; la central con 30 m de altura. 

Desde el exterior sus cerramientos generan formas de mucho efecto plástico y óptico, lo que aporta una panorámica urbano-paisajística modernista. La del antiguo Colegio de San Pío V (actual Museo de Bellas Artes, así como sede de la Real Academia de San Carlos), edificio reconstruido por la Generalitat Valenciana, incluyendo la cúpula de lo que fuera la iglesia (construida entre 1728 y 1744), la cual ahora es el espacio distribuidor del museo. En este caso particular, se trata de una reconstitución, dado que en 1925 el Ministerio de Guerra ordenó su demolición; así, lo que ahora vemos conserva el volumen que tenía, pero con cambios sustantivos en su alzado. También portentosa es la del edificio de Correos, totalmente acristalada con más de 3,000 piezas.

Del amplio listado de cúpulas que se aprecian por Valencia, bien vale hacer una referencia particular a dos de las más significativas: La cúpula del crucero del Hospital General de Valencia, que según lo expone el historiador de arquitectura Joaquín Bérchez en Arquitectura recentista valenciana, es posiblemente la primera cúpula sobre tambor del Renacimiento español y también una de las primeras experimentaciones con la traza oval en estructuras cupuladas de ladrillo. Además, podría constituir una obra de un tipo arquitectónico, constructivo, de las más antiguas conservadas en tierras valencianas, con sistemas y técnicas casi olvidadas, y la de El Corpus Christi, la cual después de El Escorial, está considerada como la cúpula española más temprana que utiliza un modelo característico del Renacimiento, según patrones italianos, cúpula con tambor y forma semiesférica transcendiendo al exterior. El influjo de la obra escurialense también se dejó sentir en la Capilla de Comunión del Carmen, y en la iglesia del monasterio jerónimo de San Miguel.

Y como recuerda Tosca, la construcción de arcos y bóvedas fue “lo más sutil y primoroso de la arquitectura”.

 

 

 

 

Texto: Jesús Peraza ± Foto: SP / ELITORIAL / NEWSIDE / NOCOOK / JOSEA CAMARA / WEJ / ABSOLUT VALENCIA / MYTOURISM / ROGELIO CASTANEDA / wpd / ASK / conjunto val