Es bien sabido que durante las últimas dos décadas hay obras de pintores famosos que han llegado a las cotizaciones más elevadas de su historia, como son los casos de El muchacho de la pipa, de Picasso (más de 104 millones de dólares), Retrato del Dr. Gachet, de Van Gogh (82.5 millones de dólares, en 1990), Cortina, cántaro y compotera, de Cézanne (60.5 millones de dólares, en 1999), y recientemente Masacre de los inocentes, de Rubens (subastada en 49.5 millones de libras esterlinas). Y la lista podría ser larga. Estos precios pueden parecernos excesivos; sin embargo, el comportamiento del mercado indica que en unos dos o tres lustros más se verán como precios bajos.

Entre las décadas de los años ochenta y los noventa, a pesar de guerras, crisis económicas y otros desequilibrios sociales, se incrementaron los precios. En el caso de los impresionistas en 400 %, Van Gogh en 800 % y Picasso en más de 1000 %. Este cálculo se realiza tomando como base cotizaciones realizadas en 1980 en casas de subastas estadounidenses y europeas.

 

 

El mercado del arte, y en particular el segmento de la pintura, la escultura y el grabado, opera en precios que oscilan entre 14 000 y 18 000 dólares por pieza, como promedio. Esto quiere decir que el gran volumen de negocios no está en los millones de dólares por obra vendida, aunque no deja de ser espectacular y determinante la ambición por encontrarnos con un objeto de estas características. Lo importante es comprender que el volumen se obtiene de la cantidad de transacciones que se realizan día a día, las cuales se cuentan por cientos de miles. Y aparte de esto, es notable observar que durante los últimos 30 años la tendencia ha sido la de crecimiento de los precios, ya que en la década de 1980 este promedio se ubicaba entre 3500 y 5500 dólares.

Se podrían señalar algunos momentos históricos difíciles y caídas en los precios, incluida la salida de galerías, cierre de museos y desaparición de corredores, coleccionistas y de buen número de artistas. A pesar de ello, el análisis de los comportamientos indica que se han incrementado las operaciones, lo que implica que han sido más las entradas de operadores que las salidas y de que existe actualmente un mayor número de compradores dispuestos a pagar precios más elevados por las obras de arte. De igual manera hay más producción de objetos generados por artistas y, por ende, mayor circulación, sin dejar de lado que como cualquier otro mercado se puede ganar o perder, sin recurrir a ninguna magia.

 

 

 

Desde el punto de vista de algunos especialistas, debido al fenómeno de la información masiva existe la posibilidad de uniformar tendencias en el “gusto”. Esto podría significar que, como resultado de la globalización, paulatinamente desapareciera el consumo local, con lo cual se modificarían de manera importante los precios de obras de arte, fundamentalmente a la baja.

Sin embargo, a pesar de esta tendencia, la cantidad de obras producidas en el planeta es tan variada, tanto técnicamente como en temas, que en asuntos relacionados con el gusto se siguen rompiendo géneros. Por otra parte, en la actualidad entre 60 y 70 % de los coleccionistas compran obras de artistas de sus países, tratando en ocasiones de encontrar prestigio en este medio tan sofisticado como es el mercado del arte, el otro 30 % son coleccionistas especializados o también conocidos como profesionales, para quienes no importa la nacionalidad.

 

 

Más allá del gusto, el tema versa fundamentalmente en el reordenamiento económico mundial. La concentración de los grandes capitales en pocas manos marca las nuevas conductas del consumo, pero no necesariamente relacionadas con el gusto, la calidad y la posible trascendencia del objeto de arte, sino más bien con el estatus y la importancia de las operaciones.

Esta situación abre dos caminos en la impronta. El primero tiene que ver con decisiones de compra en las modas de mercado de acuerdo con estos influjos y en periodos breves para lograr los beneficios económicos, pues no necesariamente estas imposiciones llegan a trascender. El segundo es esperar y disfrutar de lo adquirido haciendo poco caso de la moda y considerar el tiempo y el buen gusto como factores de decisión, además de maximizar el dinero del que se dispone.

 

 

Por otra parte, la intención de los artistas, en general, es internacionalizarse por medio de las galerías y los dealers o corredores para penetrar en los mercados dominantes, especialmente en Estados Unidos y en Europa. Sin embargo, la tensión del mercado provoca que algunos de ellos se dediquen a buscar el control operativo en conjunto con los distribuidores, olvidándose del discurso estético e ideológico, por lo que algunos logran pasar el tamiz histórico.

Pareciera que se enfrentan los gustos de los coleccionistas con la búsqueda de los artistas, y más aún con la información globalizada. En definitiva es importante observar que se trata de un fenómeno cultural que es consecuencia directa de la tendencia del mercado en los últimos años. Sin dudas, la demanda por consumo de obras de arte se verá ampliada por los compradores asiáticos bajo los patrones del mercado europeo y norteamericano, tal vez con un quehacer por parte de los artistas en la aplicación de nuevas técnicas, pero sin perder de vista la férrea estructura tradicional de los dos siglos anteriores.

 

 

Los circuitos internacionales de venta, incorporadas las ferias de arte, han aumentado en número los espacios y su frecuencia de exhibiciones. Esto permite entender y confirmar que se dan las suficientes operaciones de mercado, sin olvidar que circula de todo (malo, regular, bueno y excelente), donde la decisión está, en gran medida, en el comprador.

El mercado de arte como tal seguirá siendo un ámbito de oportunidades financieras al abrirse más de lo que hasta hoy lo conocemos. Se puede sostener que falta muy poco tiempo para que los precios que actualmente nos escandalizan sean una referencia histórica para quien invierta con conocimiento de causa. Y es casi seguro de que podrá disfrutar de las obras adquiridas y de una fuerte utilidad cuando las venda.

 

 

Texto: Miguel Peraza ± Foto: AMURA