La voz de Santa Lucía
El arte siempre asemeja una fracción de la realidad, la historia, la cultura y la psiquis de su propio artista. Esto es cierto en la obra de Derek Walcott, nativo de la isla de Santa Lucía, quien ilustra la vida cotidiana caribeña en las metáforas de sus poemas y en la acción de sus obras de teatro.
Walcott nació en Castries, capital de Santa Lucía, en 1930. Creció con su madre y su hermano gemelo Roderick, quien también fue artista y escritor de propio renombre. Sobre su padre, quien falleció en un accidente cuando los hermanos tenían poco más de un año, ha dicho que es una pena que su vida haya sido tan absurdamente breve, pero él lo ha honrado desde corta edad al seguir sus pasos en el arte.
Fue instruido en la pintura, pero fue la literatura lo que finalmente atrapó la imaginación y la pasión del joven Walcott. Su poema “1944” fue publicado en el periódico The Voice of St. Lucia cuando tenía 14 años. En años posteriores se dedicó a la poesía y al teatro. La Fundación Rockefeller ha apoyado el teatro antillano moderno desde la década de los 30, y fue gracias a la influencia de grandes dramaturgos antillanos de mitades del siglo XX, como Barry Reckord, uno de los primeros en hacer grandes aportaciones al teatro inglés, que tomaron la decisión de abrir un Departamento Extracurricular en la Universidad de las Indias Occidentales que ofreciera Drama. Walcott fue aceptado en el primer grupo de estudiantes en 1950, y un año más tarde publicó Poems.
Walcott contribuyó a la educación, fundando proyectos como el Taller de Teatro de Trinidad en 1959, que ganó el Premio Obie gracias a la obra del propio Walcott Sueño en la montaña del mono (1970). Viajó durante algunos años, intermitentemente recorriendo algunas de las islas de las Antillas Occidentales, escribiendo y dando discursos en Estados Unidos, donde también fue profesor en universidades como Columbia, Harvard, Rutgers, Yale, la Universidad de Nueva York y la Universidad de Boston, donde impartió escritura creativa desde 1981, año en que fundó el Teatro de los dramaturgos de Boston, hasta el 2007.
“Los escritores nacen de la inteligencia de su país”. Derek Walcott
Fue en al año de 1990 cuando Omeros se publicó –magnum opus que lo colocó en la cumbre de la literatura anglófona, y que fue objeto de extensivo estudio y análisis tanto crítico como académico. Dos años más tarde fue conmemorado con el Premio Nobel de Literatura “por una oeuvre poética de gran luminosidad, sostenida por una visión histórica, el resultado de un compromiso multicultural.” Derek Walcott
“Para un poeta, la literatura posee más fuerza que la vida. La vida es menos que la literatura. De otra forma, no nos esforzaríamos por alcanzar la inmortalidad del poema”.
Walcott ha sido una gran influencia para las artes, la educación y la cultura en Santa Lucía. La plaza central en Castries, antes llamada Plaza Columbus, fue renombrada La Plaza Derek Walcott después de su premiación. El poeta siempre ha encontrado formas de incluir y reflejar sus propias experiencias y el ambiente sociocultural de la isla en su obra, expresando su amor por aquel lugar que formó su persona artística, su imagen de autor, y que lo ha visto convertirse en una figura representativa de la nación. La poesía para Walcott significa una forma de expresión y exploración de su propia identidad, no solo como un individuo criollo y caribeño, o como escritor antillano, sino como escritor de literatura mundial.
Entre su obra hay una extensa gama de poemas y obras teatrales en las que se incluyen: El bromista de Sevilla (1974), Pleno verano (1984), El testamento de Arkansas (1987), Otra vida (1973).
“La sorpresa visual es natural en el Caribe; viene con el paisaje, y cuando nos enfrentamos con su belleza, el suspiro de la Historia se disuelve” Derek Walcott
LA CONTRADICCIÓN DE WALCOTT
Walcott, más que un poeta, es un autor que se preocupa por las situaciones sociopolíticas y culturales de su entorno. Encontró una voz propia que ha sido escuchada entre críticos, lectores, académicos y otros escritores, quienes a su vez han construido una imagen autoral y han formado expectativas sobre él y su obra.
Derek Walcott está consciente de su imagen autoral, y puede aceptarla o rechazarla. De forma contradictoria, hace ambas. Se reconoce a sí mismo como un hombre caribeño que creció y vivió en Santa Lucía (frecuente protagonista de su obra); acepta su rol de representante, pero cuestiona si el ser un hombre caribeño significa ser un escritor caribeño.
Escribe, muchas veces intercambiando el inglés y el criollo francés en su retórica, sobre la realidad de la isla. Critica sus orígenes y su situación política mediante la sátira y la farsa en sus obras teatrales, mediante recursos literarios en sus versos, y a la vez se siente orgulloso de su herencia cultural –es un escritor que se preocupa por temas raciales, pero que a la vez niega la cuestión de la raza porque es un problema social que debería estar erradicado; el ser criollo no define quién es como escritor o como persona, pero a la vez sí.
La poesía es un arte de muchos significados. Walcott comentó, en una entrevista con Nancy Schoenberger, poeta y novelista, que “para que uno comprenda la poesía por completo, uno debe convertirse en poeta”. Esto es lo que Walcott exige de su lector. Las ideas y temas que aborda son desafiantes, y no teme incomodarnos con sus cuestionamientos sobre la historia de Santa Lucía. Y aunque su obra es primordialmente considerada como poesía, también es narrativa, es épica, es dramaturgia, y a la vez no se adhiere a ningún género. Su literatura está ligada a la historia –la historia del pasado, la historia de las Indias Occidentales y Santa Lucía, pero también la historia que se escribe actualmente en el caribe y en el resto del mundo.
Texto: Ashanti Rojano ± Foto: KUFOY / UNB / BRITANNICA / bp / as / CJAS / TRMA / MDA / BU EDU / 4ralk / panoramio / as / GLOBALKNOW / MAGE3 / NIH / LIBN