Un reino de trazos legendarios.

Como muchos pueblos de la antigüedad, los orígenes de los escoceses se pierden en la bruma de los tiempos. Según la leyenda más extendida, un líder escita llamado Gollam se casó con Escota, hija del faraón egipcio Symedes. El matrimonio, junto con todo el clan escita del esposo, viajaron por el Mediterráneo para finalmente llegar a Portugal, donde se establecieron. De acuerdo con las tradiciones escitas, el clan tomaba como propio el nombre de la esposa de su líder, y de ahí el origen del nombre de Escotos. Posteriormente, este pueblo se trasladaría a Irlanda para recalar finalmente en Escocia, región que tomaría su nombre precisamente de ellos, aunque en su lengua original, el gaélico, el nombre del reino fue el de Alba.

Pero como siempre, la historia es más interesante que la leyenda. Todo parece indicar que los escotos, en efecto, eran un pueblo que habitó en algún lugar de España, mientras que no hay nada que pruebe su relación con los egipcios. Lo que sí está claro es que su origen fue escita y, por lo tanto, eran celtas.

 

 

Así que la leyenda lo único que hace es contarnos las migraciones de los pueblos celtas que terminaron ocupando buena parte de Europa. Éstos se trasladaron a Irlanda y finalmente fundaron dos reinos, uno en Escocia, llamado Dal Riada, y otro en Gales. Compartieron el territorio con los pictos (otro pueblo de origen escita), mientras el sur de la isla era ocupado por los britanos. Así, escotos y pictos son los primeros habitantes conocidos de Escocia.

Tras la conquista romana de Britania y para evitar las incursiones provenientes del norte, llamado por los romanos Caledonia por el enorme número de pinos caledonios que lo cubrían, fue que éstos construyeron el famoso muro de Adriano en el norte de Inglaterra.

La llegada de los anglosajones en el siglo V puso fin al poder escoto y picto en el territorio. Ambos pueblos se fragmentaron en pequeños clanes que lucharon entre ellos. Esta es una época oscura, llena de leyendas y de personajes mitológicos, de reyes que intentan unificar de nuevo el reino pero que fracasan en el intento. Finalmente, en 847 Kenneth Mac Alpin consigue unir a los clanes escotos y somete al último rey picto, Drest IX, fundando así el reino de Escocia, convirtiéndose en su primer rey.

 

 

 

 

 

 

La nueva dinastía

Fundada por Kenneth, la de los Mac Alpin se convirtió en la primera dinastía real escocesa, la cual permanecería en el trono hasta el 1034; estirpe que daría a Escocia un total de 16 reyes, siendo el último de ellos Malcolm II. Bajo su mando, el reino se consolidó y comenzó a expandirse poco a poco hacia el sur, mientras luchaban contra los invasores vikingos. Gracias a él las fronteras se extendieron hasta el río Tweed tras conquistar la región de los Lothians, lo que permitirá el acceso a la campiña de Northumbria.

Sin embargo, fue bajo el dominio de la dinastía de los Atholl, fundada por Duncan I en 1034, quien llevó al reino a alcanzar sus fronteras actuales, tras conquistar en el siglo XII la región de Starthclyde. A partir de entonces, las guerras contra los ingleses del sur fueron constantes, pues en todo momento éstos últimos intentarían la conquista de Escocia para lograr la unificación de la isla. Fueron 14 los reyes de los Atholl, en donde el más sobresaliente fue David I, en cuya época se introdujo el feudalismo y los fueros de las ciudades, conocidas como burgos, marcando un hito en la historia conocido como la Revolución Davidiana.

 

Penumbra escocesa

La muerte sin descendencia en 1286 de Alejandro III de Escocia, sumiría al reino en un período de caos, mismo que el rey Eduardo I de Inglaterra, aprovecharía, tras conquistar Gales, para poner una vez más sus ojos en el reino del norte. Primero intentó casar a uno de sus hijos con Margarita I de Escocia, la heredera del reino, también conocida como Margaret Maid (única nieta de Alejandro III), pero ante su fracaso, estimuló las rencillas entre los principales clanes escoceses, así como con los diferentes pretendientes al trono, para en seguida apoyar al conde John Balliol, quien reinó por pocos años, tras lo cual el reino volvió a caer en el caos del que finalmente salió con el nombramiento como rey de Roberto I Bruce, conde de Carrick. Esta es la época del mítico William Wallace (personificado en Corazón Valiente por Mel Gibson, película que distorsiona completamente la historia).

Los Bruce gobernaron en una época muy complicada para Escocia. David II, hijo y heredero de Roberto I, no tuvo mayor opción que la de huir del reino tras la invasión de los ingleses al mando de su rey Eduardo III. Antes de recuperar su trono en 1357, vivió como prisionero en Inglaterra por más de 10 años. Al morir sin herederos en 1371, el trono pasó a Roberto II Estuardo, quien era hijo de María Bruce, hermana de David II.

 

 

La gloria de Escocia

Los Estuardo se convertirán así en la última dinastía de reyes escoceses. Se trataría de una nueva sangre que, sin embargo, era de origen inglés. En el siglo XII, Walter y Guillermo FitzAlan apoyaron a la emperatriz Matilde en su lucha contra Esteban I por el trono de Inglaterra. Cuando finalmente ésta fue vencida, los FitzAlan se refugiaron en Escocia bajo la protección del rey David I Atholl, quien les dio tierras en Renfrewshire y un título nobiliario, el de condes de Steward. Al poco tiempo, éstos cambiaron su apellido por el de Steward, que luego derivó en Estuardo.

Los Estuardo protagonizaron la época más gloriosa de Escocia. Los primeros reyes de la dinastía fueron Roberto II (1371-1390), Roberto III (1390-1406), Jacobo I (1406-1437), Jacobo II (1437-1460) y Jacobo III (1460-1488). Éstos llevaron al reino a una época de prosperidad, aunque no exenta de algunos enfrentamientos contra los ingleses. Sin embargo, los conflictos que Inglaterra tenía contra Francia en la llamada Guerra de los Cien Años (en la que Escocia apoyó a Francia), así como la guerra civil entre los Lancaster y los York por el trono inglés, hicieron que los conflictos fronterizos no pasaran de simples escaramuzas. Con ellos, Escocia comprendió la importancia de la alianza con Francia para enfrentar al enemigo común: los ingleses.

El advenimiento en 1485 al trono inglés de una nueva dinastía, los Tudor, marcó el inicio de un nuevo conflicto entre los dos reinos, mismo que terminará a comienzos del siglo XVII con un final completamente inesperado. Los Tudor aprovecharon las rencillas entre las dos ramas principales de realeza inglesa (los Lancaster y los York), para acceder al trono. En realidad, su derecho a éste era bastante dudoso. El rey Enrique V se había casado con la princesa Catalina de Francia, con la promesa del rey francés de heredarle el trono a su muerte, pasando sobre los derechos del delfín Carlos, el legítimo heredero del trono francés. Pero Enrique V murió al poco tiempo de casado, dejando como heredero a un niño recién nacido, Enrique VI. Catalina se retiró de la corte y se casó en secreto con uno de sus sirvientes, Owen Tudor, un noble galés venido a menos.

 

 

 

Cuando los Lancaster y los York se desangraron en sus luchas intestinas, Enrique Tudor, nieto de Owen, se casó con Isabel de York, hija del rey Eduardo IV, y tras derrotar a Ricardo III, tío de su esposa, se hizo con el trono.

En un principio, los Estuardo y los Tudor trataron de llegar a un compromiso. Para ello, Jacobo IV de Escocia casó con Margarita Tudor, hija de Enrique VII de Inglaterra. Pero la paz duró poco tiempo. A la muerte del rey inglés, Jacobo IV buscó de nuevo la alianza con Francia y comenzó la guerra con Inglaterra. A partir de ahí, el infortunio se cebó con los Estuardo. El rey murió en la batalla de Flodden Field, dejando como heredero a Jacobo V, un niño de un año de edad. La reina madre, que era hermana del rey inglés, firmó la paz, pero cuando su hijo creció reanudó las hostilidades. Sin embargo, tras ser derrotado en la batalla de Solway Moss, el rey enfermó de cólera y murió a los pocos días de nacer su heredera, la famosa María Estuardo. Una vez más, la lucha por la regencia trajo el caos al país.

 

Un nuevo capítulo

La vida de esta reina merece un estudio aparte. Baste decir que tuvo que abdicar al trono y dejarlo en manos de su hijo Jacobo VI, también de un año de edad. Años después, ella moriría decapitada por órdenes de su tía la reina de Inglaterra. Sin embargo, al final los Estuardo obtuvieron un triunfo inesperado. A la muerte de Isabel I de Inglaterra, Jacobo VI heredó su trono por ser su pariente más cercano, convirtiéndose así en Jacobo I de Inglaterra. El viejo sueño unificador se hizo realidad y por primera vez la isla entera tuvo un sólo rey.

 

 

Texto: Rodrigo Borja Torres ± Foto: LHS / EUROPA MEDIEVAL / WILLIAM_ROBINS / INGLATERRA NER / BRITAIN FIRTS / HAGIOPEDIA /HISTORIA DEL MUNDO / ENGLISH HERITAGE / WALES / RCHART