En un mercado tan competitivo como el relojero, las maisons suizas han producido modelos que marcaron tendencia, convirtiéndose en icónicos.
Swiss Made son dos palabras que denotan la perfección, destreza estética, innovación técnica y el origen helvético de un guardatiempos. Para ser merecedor de esta distinción tan celosamente protegida, que garantiza su calidad, el reloj debe incluir en su fabricación un movimiento originado en esa nación, tener al menos el 50% de componentes suizos, estar ensamblado e inspeccionado en el país helvético, de donde deben proceder al menos el 60% de los costos de producción.
La historia de Suiza como centro relojero no es reciente, data del siglo XVI, cuando maestros fabricantes de guardatiempos de bolsillo, de pared y péndulo establecieron sus talleres en Ginebra. Con el paso del tiempo se expandieron a otras poblaciones, dando forma a Watch Valley, en la cordillera suiza del Jura, entre Ginebra y Basilea, en un recorrido de 200 km, donde actualmente son producidos el 90% de los relojes de pulsera del mundo.
Pierde el dominio
En el siglo XIX, la industria suiza confirmó su dominio; sin embargo, su antagonista más severo vendría del otro lado del océano Atlántico: Estados Unidos, con la fabricación masiva de piezas empleadas en diversos modelos, inundando el mercado mundial con relojes de bajo costo. Como resultado, las exportaciones suizas sufrieron una drástica reducción.
Al iniciar el siglo XX, la respuesta suiza fue dotar a sus creaciones con funciones nunca antes imaginadas, como un calendario o un cronómetro. En 1922, Rolex presentó el primer reloj resistente al agua, y en 1926 se fabricó el primer modelo automático de pulsera. Suiza retomaba el control de la industria de la medición del tiempo.
Segunda caída
Suiza pudo aumentar su dominio, al concebir el primer reloj de cuarzo en 1967, y decidieron no comercializar ese movimiento impulsado por una pila, a diferencia de los japoneses y estadounidenses, que inundaron el mercado con producciones de cuarzo. Los suizos mantuvieron sus modelos mecánicos.
Ante la aceptación mundial de los cronómetros de cuarzo, la manufactura suiza colapsó, y cuando parecía haber llegado el final del dominio suizo, en 1985 apareció la marca Swatch, el guardatiempos analógico de cuarzo de bajo precio y alta calidad, que catapultaría a Suiza, que en la actualidad exporta el 90% de su producción anual, que en 2020 fue cercana a los 21 millones (entre relojes de pulso y pared), equivalente a 23 mil 700 millones de dólares.
Breitling Navitimer
Lanzado en 1952, se convirtió en la elección de los pilotos y fabricantes aeronáuticos, al estar equipado con una regla de cálculo específica para la aviación. En 1962, apareció un Navitimer diseñado por el astronauta Scott Carpenter, con esfera de 24 horas, por la razón de que en el espacio no se distingue entre el día y la noche; en ese mismo año, Carpenter lo utilizó en su misión a bordo de la nave espacial Aurora 7.
Ulysse Nardin Blast Moonstruck
En 1846, Ulysse Nardin funda su empresa homónima, y desarrolla cronómetros marinos para la navegación, así como complejos relojes de bolsillo. Este año, la maison lanzó una nueva edición de Blast Moonstruck, con una mecánica reinventada que reproduce la rotación de la luna, el “movimiento aparente” del sol alrededor del globo mientras es observado desde la Tierra, y un gráfico de mareas.
IWC Schaffhausen Portugieser
El pedido de un cronómetro marino por empresarios portugueses, dio lugar al nacimiento del Portugieser, en 1939. La respuesta fue crear una caja más ancha de lo habitual –43 mm–, con un delgado bisel, esfera blanca, manecillas de hoja y enormes números arábigos en relieve. Ocho décadas después, la tendencia en el diseño de relojes son las cajas más grandes, convirtiéndolo en innovador.
Jaeger-LeCoultre Reverso
El suizo César de Trey fue desafiado por un oficial del ejército británico y jugador de polo, a crear un modelo que soportara el impacto de la pelota durante un partido. René-Alfred Chauvot lo diseñó y Jacques-David LeCoultre (posteriormente se fusionaría con Edmond Jaeger) lo fabricó en 1931. Era el nacimiento de un guardatiempos montado en una caja que se deslizaba hacia un lado y giraba, resguardando el cristal.
Omega Speedmaster Professional
En 1965, la NASA probó 12 marcas de relojes para elegir el que portarían en la muñeca los astronautas de la misión Gemini. Tenía que soportar temperaturas extremas, humedad, corrosión y vibraciones entre otros factores. Exhibido en 1957, el Speedmaster Professional, cumplió con todo, recibiendo sobrenombre de “Moonwatch”. En 1969, Buzz Aldrin pisó la Luna, llevando uno.
Louis Moinet Space Revolution
Les Ateliers Louis Moinet, fundada en 2004, honra la memoria del inventor del cronógrafo, artista y astrónomo, Louis Moinet (1768-1853). Este año presenta la renovada versión de Space Revolution, que requirió más de tres años de investigación, con un par tourbillones girando a gran velocidad en direcciones opuestas, al igual que dos naves espaciales. El mecanismo está oculto en la base del chasis, con un grosor de 3.75 mm.
Rolex Submariner
Lanzado en 1922, fue el primer reloj a prueba de agua; venía en una caja que se abría para acceder a la corona de cuerda; posteriormente surgió con la caja Oyster (1926). En 1953 marcó un hito, como el primer cronómetro en descender 100 m. En 1969 le fue colocado una pantalla con fechador, convirtiéndose en modelo de uso diario; 10 años después le aumentaron la profundidad marina a 300 m.
TAG Heuer Monaco
Jack Heuer rompió los moldes en 1959, al presentar un reloj con una caja cuadrada y el primer movimiento automático con microrrotor. Llegó a convertirse en icónico cuando el actor Steve McQueen (1930-1980) lo lució en la película Le Mans (1971). Ha resultado tan exitosa la mancuerna McQueen-Monaco, que ha pasado medio siglo, y TAG Heuer continúa utilizando fotogramas de la película como material publicitario.
Zenith El Primero
Desde su lanzamiento en 1969, la esfera tricolor y el primer movimiento de alta frecuencia del mundo, hicieron especial a El Primero. Seis años después, la directiva de Zenith cancelaría su producción ante la llegada de los modelos de cuarzo. Hábilmente, Charles Vermot, un relojero que trabajó en la creación de El Primero, resguardó los planos y las herramientas para fabricar los componentes, y en 1985 se reanudó su ejecución.
Texto: Amura ± Foto: Audemars Piguet, Debajo del reloj, Mr Porter, Cartier, Chrono Watch, Jaeger-LeCoultre, Watch Test, Chrono 24, TAG Heuer, Proyein Burger.