Una de las criaturas más antiguas del mundo es la tortuga marina. Con más de 200 millones de años de antigüedad han visto desaparecer a muchísimas especies a lo largo del tiempo, han sobrevivido a por lo menos dos grandes extinciones, incluyendo la de los dinosaurios hace más de 60 millones de años. Estas antiquísimas criaturas vieron el nacimiento de nuestra especie, y a pesar de la enorme resistencia que poseen es el ser humano el que las ha puesto al borde de su extinción. Está en nuestras manos la posibilidad de rescatarlas.

Mientras algunas personas se empeñan en consumir sus huevos por atribuirles poderes afrodisiacos, que por supuesto no tienen, aunque  sí un alto contenido de colesterol que, lejos de beneficiarnos, nos pueden provocar ataques cardiacos, hay otro grupo de personas interesadas en su conservación. 

 

 

 

 

 

Así, durante la temporada de desove, que comprende de julio a noviembre, patrullan las playas recuperando los huevos para protegerlos en áreas especiales, para más tarde liberar a las crías y así contribuir a la conservación de las especies de tortugas marinas.

En México somos afortunados pues de las ocho especies de tortugas marinas que existen en el mundo siete visitan y desovan en nuestras playas. Prácticamente en todas las costas del país hay campamentos instalados por las autoridades y por grupos civiles interesados en su conservación, un ejemplo de este trabajo se encuentra en Bahía de Banderas, donde la especie más común es la tortuga golfina (Lepidochely olivacea) y su temporada de anidación comienza en julio. La eclosión ocurre de 45 a 50 días después de la puesta, por lo que a finales de agosto se pueden ver las primeras crías. Cada tortuga puede poner hasta 100 o más huevos cada vez, pero la tasa de mortandad es tan alta que quizá sólo una tortuga de cada nido llegue a la edad adulta.

 

 

 

En Bahía de Banderas el Campamento Tortugueros está manejado por estudiantes que pasan sus noches patrullando las playas y recuperando los huevos, con muy buenos resultados. Por ende, la cantidad de tortugas que liberan cada año es muy importante, con un promedio anual de más de 300,000 ejemplares. Este campamento está ubicado en las playas de Nuevo Vallarta, depende de Semarnat pero está atendido por estudiantes voluntarios que durante la temporada de desove patrullan noche tras noche las playas sin más aliciente que el de ayudar a estas magnificas criaturas. Una buena manera de contribuir a su conservación es visitar este campamento, ya que a cada visitante se le cobra una cuota de 15 pesos y de esa manera se obtienen los recursos tan necesarios para su manutención y para continuar con tan importante labor. Si no les es posible visitar un campamento como éste, al menos no consuma productos provenientes de las tortugas, ya que además de ser un delito podemos poner en riesgo la vida y permanencia de estos animales.

 

 

Texto: Eduardo Lugo ± Foto: Eduardo Lugo.