La especie más enigmática de Polinesia
Las iguanas parecen criaturas de un tiempo en el que los reptiles dominaban la tierra. Esto es cierto, pues desde el remoto pleistoceno ya estaban en la tierra.
Considerada uno de los lagartos más hermosos del mundo, la iguana bandeada de Fiyi (Brachylophus fasciatus / Brachylophus bulabula) es endémica de esta nación y se puede encontrar en otras regiones del Sur del Pacífico, como Tonga y Vanuatu. Los habitantes de este conglomerado de islas se han unido en años recientes para proteger esta especie que ahora se considera un tesoro nacional.
La iguana bandeada es un reptil arbóreo que habita los bosques y las áreas costeras pantanosas. También son buenas nadadoras, y se cree que evolucionaron a partir de iguanas que migraron en escombros que flotaron a la deriva hacia el Sur del Pacífico desde Sudamérica. Son más delgadas que otras especies de iguanas; pueden crecer hasta 80 cm y pesar alrededor de 1.8 kg. A los machos se les conoce por las bandas blanquiazules que rodean sus cuerpos verdes –característica que les atribuye su nombre– mientras que las hembras usualmente portan un color verde uniforme. Ambos tienen vientres y fosas nasales amarillos, y una cresta pequeña (0.5 cm).
Son predominantemente herbívoros; se alimentan durante el día con frutos y plantas, aunque comen insectos de vez en cuando, y durante la noche suben a lo alto de los árboles a buscar refugio y resguardarse de los predadores. En tardes soleadas, se puede observar a estos lagartos tomando el sol o defendiendo su territorio, ya que los machos suelen pelear entre sí por el dominio. Sus pieles son fotosensibles y cambian a un color más oscuro cuando se sienten amenazados, pero también se pueden manifestar cambios dependiendo de su humor, de la luz y la temperatura.
La pérdida de bosques a causa de la sobrealimentación de cabras, incendios y la expansión agrícola han contribuido a la disminución de la población de iguanas en Fiyi. Asimismo, la llegada de la mangosta pequeña asiática (Herpestes javanicus) representa una amenaza para esta especie, junto con otros carnívoros como los gatos ferales y las ratas que cazan a las crías y los huevos. La iguana bandeada figura en la lista roja de la IUCN como en peligro de extinción desde 1996 debido a que sus números han disminuido aproximadamente un 50% en sólo unas cuantas décadas.
Fiyi implementó nuevos símbolos monetarios 25 años después de su independencia, reemplazando a la Reina Elizabeth II por plantas y animales –entre ellos la iguana bandeada– como muestra de identidad propia y de su orgullo ambiental.
Sin embargo, este lagarto iguánido se desarrolla muy bien en cautiverio, por lo que se han creado muchos programas de crianza en centros de conservación como el zoológico “No más miedo en Fiyi” y el Kula Ecopark, y están bajo la protección de Fiyi y de las leyes internacionales. La iguana bandeada es elusiva en su estado salvaje, y se les ha dificultado a los investigadores estudiar sus interacciones y comportamientos fuera de cautiverio; son expertos en camuflarse y esconderse en plena vista. Pero se han observado especímenes en cautiverio y se han determinado algunos patrones sociales, como movimientos de la cabeza y cambios en su coloración como medios de comunicación entre ellos bajo diferentes circunstancias. Por ejemplo, las adaptaciones que experimenta un macho cuando entra en contacto con otro macho en comparación con el contraste casi ausente entre la coloración de las bandas y el verde de su cuerpo mientras duerme. Además, sus garras les permiten trepar los árboles más altos, y en temporadas de reproducción, las hembras ponen de cuatro a seis huevos y los cubren con tierra hasta que es imposible discernir dónde están enterrados. Los huevos se rompen entre 120 y 170 días.
En la cultura fiyiana, a la iguana se le llama “Vokai”, mientras que algunas tribus la llaman “Saumuri” y es totémica para ellos. Los locales solían temerle a este lagarto porque son capaces de volverse completamente negros cuando son agresivos, lo cual ha influenciado mitos donde la iguana juega un papel de villano, y anécdotas donde saltan de los árboles para atacar a los aldeanos. Los esfuerzos de conservación han cambiado esa reputación al dejar que los niños interactúen con ellas, demostrando que las iguanas son en su gran parte inofensivas y creando consciencia de su vulnerabilidad. Los fiyianos han participado en la labor de restaurar su hábitat al reducir amenazas y alertar a las autoridades sobre posibles cazadores furtivos. Ahora esta especie es sumamente respetada y honrada; incluso está presente en sellos y en monedas locales.
Texto: Ashanti Rojano ± Foto: Stimpson Höek / Arjan Haverkampn / tik tok / the zoo / pat charles / numista / Arjan Haverkamp