Un legado pedagógico para el cine

Sin duda el cine es un reflejo de la cultura de cualquier país, y Rusia no es la excepción, pues estamos hablando de uno de los países con grandes virajes en cuanto a política y sociedad se refiere.

Haciendo un breve recuento histórico, Rusia vivió la monarquía durante el imperio de los zares a partir de 1721 hasta que en 1917 se convirtió en el primer país socialista con la Revolución de Octubre y se convierte en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, hasta que obtiene su reestructuración con la Pe-restroika. En 1991 se convierte en la Federación Rusa.

Estos cambios políticos son contrastantes: pasar del imperio de los zares, a una república socialista altamente centralizada en Moscú, a una federación semipresidencialista, en el país más grande del mundo territorialmente hablando, no es poca cosa.

Y el cine no es la excepción. Todos estos cambios han moldeado la forma en que distintos directores y actores rusos han entendido, ejecutado y compartido su visión artística que se refleja en la pantalla grande.

El cine ruso empezó un poco antes de 1910, con el fotógrafo Alexandr Drankov, pero no fue hasta 1925 cuando paró los reflectores del mundo de la mano del cineasta Sergei Eisenstein con El Acorazado Potemkin, en el cual Sergei utilizó la técnica de montaje impuesta por Gardin en 1919.

 

 

 

 

 

El Acorazado Potemkin (1925) es sin lugar a dudas la película más icónica y representativa del cine ruso y una de las más importantes del cine mundial hasta el día de hoy. Sergei Eiseinstein usó la técnica de montaje para representar la escalinata de Odessa; una de las escenas más famosas del marco cinematográfico.

Otro pionero y uno de los directores rusos más importantes de los últimos años fue Andrei Tarkovsky, el cual se interesó en proyectar elementos futuristas, tomas extremadamente largas, que incluyen elementos del campo y la naturaleza, además de su inquietud por la tecnología, claro ejemplo de esto es Solaris (1972) con su sci-fi y su visión futurista del mundo, junto con La Infancia de Iván (1962), la cual habla de un niño espía de la Segunda Guerra Mundial.

Una de las frases más recordadas del artista ruso es: [dirigiendo] Ningún “plano secuencia” tiene derecho a ser repetido, al igual que no hay dos personalidades que sean las mismas. Tan pronto como una “puesta en escena” se convierte en una señal, un cliché, un concepto (por original que sea), entonces todo el asunto - personajes, situación y psicología se vuelve esquemática y falsa.

 

 

 

La actuación moderna nació en Moscú

¿Qué sería el cine sin la actuación, sin una disciplina que marcara las pautas de cómo preparar un personaje que es quien lleva el peso de la historia?

El actor es quien da vida a la historia, quien con su sensibilidad nos cuenta una historia en el cine. Actuar no es actuar, pues por paradójico que suene actuar no es fingir una emoción.

Lo que el actor menos quiere al momento en el que la película termina es que el público diga: “El papel de ese actor se veía muy actuado.” Por el contrario, cuando vamos al cine no queremos ver a actores actuando, queremos ver a seres humanos de carne y hueso experimentando una vivencia real.

La persona que fundó las bases para el estudio de la actuación como hoy la conocemos, el hombre que dedicó su vida a crear un método del cual se desprenden gran parte (si no es que todas) de las teorías de actuación en la actualidad, fue Constantin Stanislavski.

Stanislavski se destacó por fundar, administrar y dirigir el Teatro de Arte de Moscú a principios del siglo XX. Durante su rectoría elaboró su método Stanislavski, el cual es un acercamiento al estudio actoral, que como ya hemos dicho, es la base de cualquier método actoral en la actualidad. Este método se basa en la relajación, concentración y la imaginación del actor como ejes principales para preparar y ejecutar un personaje.

El legado de Stanislavski vive para siempre, pues tanto para cualquier persona que se diga actor como para cualquier director, es imposible no dominar los fundamentos que este actor ruso postuló.

Texto: Juan y Daniel Lecanda ± Foto: WKP/ STANISLAVSKI STUDIES/ MUSGROFO/ openculture/ elgazine/ bp