El legado de un genio
Ludwig van Beethoven es una de las figuras más importantes dentro de la música clásica. Su enorme influencia ha dejado una impresión en casi todos los compositores que lo sucedieron, haciendo de su persona, nombre e identidad de uno de los grandes de todos lo tiempos.
La fuerza de su música es casi palpable. Radicalmente reinventó varios aspectos de la música y le inyectó emociones personales a todos sus trabajos; cosa que hasta ese momento no se había visto, fue una de las contribuciones más grandes que haya podido hacer.
Se trata de un genio que no solo escuchaba, sino que sentía cada acorde, cada silencio y cada instrumento de gran orquesta.
El principio
Beethoven nació en el año de 1770 en Bonn, Alemania. Tanto su padre como su abuelo fueron cantantes profesionales, trazo claro de que la música corría en las venas de la familia. Comenzó a tocar el piano a la edad de cuatro años, enseñado por su padre. Su don natural era demasiado obvio, así que se volvió un talentoso pianista de forma rápida. Más tarde se convirtió en asistente de órgano, también tocó la viola en la orquesta del príncipe elector. Era sumamente apasionado y estos componentes de su vida hicieron que fuera exitoso dentro del ambiente musical.
Cuando se mudó a Viena tenía 22 años y estudió con el famoso compositor Haydn; el joven Beethoven lo consideraba uno de los compositores más grandes de su época. Gracias a sus talentos en el piano, Beethoven estuvo rodeado por la curiosidad e interés de la élite vienesa desde momentos muy tempranos de su carrera; esto incluía a músicos famosos de aquellos días y no sólo eso, los aristócratas también estaban maravillados por sus talentos y lo apoyaban. Se estableció como un famoso concertista de piano, pero todavía no era conocido por sus composiciones.
Al final de sus años 20, comenzó a perder la audición y empezó a experimentar un agudo tintineo dentro de sus oídos. Ya que Beethoven vivía por la música, su constante sordera lo devastó completamente. Imaginen: un regalo divino y su única pasión fueron lentamente desintegrándose, hasta perderlas por siempre. Contempló seriamente el suicidio, tras una lucha interna, decidió que valía la pena continuar viviendo por su arte. ¡El mundo entero le agradece esto!
Cuando tenía 30 años, estrenó su famoso Septeto (Op. 20), una de las piezas más reconocidas que haya creado en su vida. Para ese entonces, ya comenzaba a ser conocido y era un compositor respetado, no sólo un pianista… el año era 1800.
Una reputación creciente
Éste es el “periodo medio” en el que Beethoven evoluciona como compositor, creando más trabajos que hablaban de la lucha y la revolución. Un ejemplo claro de esto es su Tercer Sinfonía, llamada Eroica (“heroica”), la cual le dedicó al líder revolucionario de Córcega, Napoleón Bonaparte. Beethoven se volvió más irritable y de carácter irascible con el paso de los años.
Usualmente era visto caminando alrededor de Viena (del mismo modo que hizo el compositor Johannes Brahms más tarde, ávido fanático de Beethoven), inmerso en su pensamiento, parecía un genio excéntrico. Y lo era…
Fue en 1809 que varios príncipes y archiduques le dieron a Beethoven una renta vitalicia, pero sólo si se quedaba en Viena, hecho que aceptó, por lo que se instaló en esta ciudad toda la vida.
Beethoven escribió más sinfonías (incluyendo la Quinta Sinfonía), cuartetos para cuerdas, y su única ópera, Fidelio, después de varios años.
Esto nos acerca a los últimos años de su vida...
Compositor Maestro
Los últimos años en la vida de Beethoven fueron tumultuosos, la historia de todas las leyendas. Para 1815 era casi completamente sordo, y sus pobres modales y apariencia física se resquebrajaron.
Sus trabajos de este periodo son intelectuales e intensos. Definitivamente la pieza más famosa de este tiempo fue su Novena Sinfonía (cuyo movimiento final es la “Oda a la Alegría”). Compuso su último cuarteto de cuerdas en este punto, hecho que conmocionó al mundo musical por su complejo y moderno sonido.
Comenzó a componer e idear su Décima Sinfonía mientras yacía en su lecho de muerte, pero nunca logró completarla.
Ludwig van Beethoven murió en marzo de 1827, después de cuatro operaciones de estómago que terminaron en infección. Veinte mil personas se alinearon en las sombrías calles de Viena ese día, en el funeral de uno de los genios más grandes que pisó la tierra.
Legado musical
Beethoven es uno de los más grandes compositores que ha dado la humanidad. Es el eslabón entre la música clásica del siglo XVIII y el romanticismo que imperó en el siglo XIX, extendiendo su profundo legado más allá de las siguientes generaciones de músicos, incluso en nuestros días.
Su producción incluye 32 sonatas para piano –las cuales expresan su marcada personalidad revolucionaria-; obras de cámara; lieder; concertante –con conciertos para piano, violín y triple-; sacra –donde ejecutó dos misas y un oratorio-; música incidental -que incluye la ópera Fidelio, un ballet y algunas obras teatrales-; así como orquestal, la cual se expresa plenamente en sus nueve sinfonías.
Beethoven trascendió a través de numerosos géneros, más allá del dominio para componer sus sinfonías, a las cuales debe su popularidad internacional; su impacto en relación al piano y música de cámara, cambió por completo la concepción de la música clásica y el arte en general a un nivel histórico.
Texto: Beethoven-Haus Bonn Museum ± Foto: PDR / ELVJF / ARYSE / SEISE / Peter Fechter / MUSEUMS PORTAL / FRITZ RAUTENBERG / BP RESTAURO / ROD SPLITZ / RMB