Oceanía es el continente más pequeño del planeta. Se sitúa al sur del océano Pacífico, al oeste del océano Índico y al sureste del continente asiático. Está conformado por la plataforma continental de Australia, Nueva Zelanda y los archipiélagos de Polinesia, Micronesia y Melanesia. A este último pertenecen las islas Fiyi.
Se conjetura que los hombres arcaicos cruzaron a través de Sumatra, Borneo y la propia Australia hacia el resto de Oceanía hace alrededor de 70,000 años y que los archipiélagos de Oceanía comenzaron a poblarse apenas en los recientes 4,000 años.
Existen cuantiosas teorías, y cada vez mayores evidencias, sobre la existencia de una civilización neolítica conformada por grupos inmigrantes que procedían de diferentes lugares del sureste de Asia y que fueron los primeros colonos de Melanesia: la gente Lapita. Una cerámica bellamente trabajada –que se atribuye a ellos– fue hallada en Nueva Caledonia en un significativo yacimiento arqueológico que ha dado nombre a esta antigua cultura.
De acuerdo a las investigaciones científicas que se ampliaron exponencialmente a partir de la segunda mitad del siglo XX, la cultura Lapita se desarrolló hace aproximadamente entre 3,500 y 2,500 años. Sus naves al parecer alcanzaron Nueva Zelanda y algunas teorías afirman que navegaron incluso hasta llegar a América del Sur. Los yacimientos arqueológicos más antiguos de este pueblo se encuentran en Fiyi.
"Oh misterioso mundo de toda la luz que hiciste un brillo de luz dentro de mí, y he crecido en la admiración de tu belleza antigua, que es la juventud inmemorial de
la naturaleza”.
Paul Gauguin
En el año 2002, el mundo conoció una evidencia contundente de la existencia del Pueblo Lapita, aportada por la Universidad del Pacífico Sur y el Museo de Fiyi, ya que revelaron el rostro de una mujer Lapita, a quien los científicos bautizaron como “Mana” –cuyo significado es “Verdad”. Esta reconstrucción se realizó sobre un modelo de su cráneo, hallado junto con su esqueleto en un antiguo asentamiento humano de Naitabale, en el sur de la isla Moturiki, en Fiji central. Sus restos fósiles fueron objeto de un minucioso análisis en Tokio, Japón, cuyo resultado confirmó que se trata de una persona de la Era Lapita (1350 a 650 a.C.). Desde el 2003, Mana descansa nuevamente en Naitabale, Fiyi.
VIAJEROS MILENARIOS
La suya era una cultura de extraordinarios navegantes, de la que desafortunadamente existe poca evidencia concluyente, tanto del origen, así como del modo con el cual lograron la hazaña de navegar para extender su presencia desde Papua Nueva Guinea hasta las remotas islas de los archipiélagos de Oceanía. Debieron poseer asombrosos conocimientos en navegación, que los llevaron a explorar exitosamente millones de km2 de insondables océanos. Una proeza que algunos comparan con realizar repetidos viajes de la tierra a la luna; símil que se refiere no sólo a la distancia, sino a los desafíos involucrados en semejante travesía.
Se conjetura que desarrollaron habilidades de navegación que fueron transmitidas de generación en generación milenariamente; que conocían el arte de aprovechar el viento, las embarcaciones a vela o remos; que se orientaban por la posición del sol y las estrellas, el vuelo de las aves, la dirección de las sombras, y las corrientes marinas; que incluso confeccionaban sus mapas, y que era tal su pericia marinera, que debieron considerar al océano como su propio hogar. De acuerdo a lo cual, no solo eran capaces de descubrir nuevos derroteros, sino que podían regresar a su punto de origen. Nada ocurría casualmente en su relación con el mar.
A pesar de las arduas investigaciones, no se han encontrado restos de sus embarcaciones. Sin embargo, se han producido réplicas de las posibles naves para seguir las rutas emprendidas por los ancestros Lapitas, con el fin de experimentar y comprobar en la práctica la eficacia de las técnicas que se piensa utilizaron.
ARTE Y LEGADO LAPITA
Los pobladores actuales de Fiyi, y del resto de las naciones de Oceanía –aunque con diferencias– conservan sus dioses y creencias mitológicas. Respetan y practican un culto reverencial a sus antepasados y héroes ancestrales. Sus mitos exponen la importancia que otorgan a la conexión entre los elementos, lo sobrenatural o la magia, como partes esenciales de su cotidianeidad. Hay un estrecho vínculo entre lenguaje, convivencia, ritualidad, cultura y fuerzas de la naturaleza.
Sin lugar a dudas, la cerámica lapita es el fundamento primordial para conocer sobre este pueblo y su herencia. Los motivos encontrados en las piezas se describen como series geométricas repetitivas complejas que los arqueólogos han clasificado en más de 100 motivos diferentes; a la vez, continúan ideando métodos y elaborando mapas para ubicar su distribución por toda Oceanía. Algunas de sus características han sido relacionadas con los patrones polinesios que todavía son usados en los tatuajes contemporáneos. Estos diseños son reproducidos además en las artesanías tradicionales llamadas ngatu en Tonga, o siapo de Samoa.
En el caso de Fiyi, los motivos ancestrales lapitas se incluyen en las técnicas artísticas llamadas Masi, que son utilizadas en textiles, maderas, y grabados diversos. Las telas de corteza del árbol de la morera también conservan un significado muy especial en la vestimenta ceremonial, utilizada para asistir a las celebraciones comunitarias como investiduras de los jefes, bodas, funerales, danzas y ritos de iniciación.
Para los habitantes contemporáneos de Oceanía, cada signo guarda un mensaje importante, ya sea el amor, la interconexión de sus pueblos o los valores espirituales. Estos símbolos artísticos se conservan, se replican y continúan siendo transmitidos por tradición oral en las comunidades, con lo cual se revitaliza un ingrediente fundamental del patrimonio legado por el complejo cultural Lapita.
El reconocido genetista Ryan Bohlender de la Universidad de Texas declaró en octubre de 2016 que se han encontrado indicios de que el ADN de los melanesios es diferente al de los homínidos de Neanderthal y de Denísova, ambos presentes en el registro fósil. Lo que significa que provienen de una tercera especie humana extinta, y desconocida hasta el momento.
Texto: Maruchy Behmaras ± Foto: IMIKE ROBERTSON / SLAS PARADISSIACAS / CDNA / FONDATION SUZANNE BASTIEN / SQUARE SPACE / NATIONAL GEOGRAOPHIC / PADRE / PANORAMIO / National Museum of Ethnology, Osaka / GLOBAL EDUCACION / PADRE / SQUARE SPACE / SMART HISTORY / FUNDATION / SUZANNE BASTIEN / YASAWA / TRAVELER