Como una ciudad futurista que flota sobre el agua, Panamá alza sus rascacielos sobre el horizonte, con orgullo y modernismo del siglo XXI, mientras duerme la ciudad antigua creada por los conquistadores. 

A la orilla del Mar del Norte, Ostende es una de las más bellas playas de la región, a poca distancia de Brujas. Su marina alberga veleros de todo tipo al pie de la estación de ferrocarril y de su catedral. 

Uno de los puertos seguros del Caribe, la ciudad de Belice se encuentra protegida por la segunda barrera de arrecifes más larga del mundo, un paraíso para los buzos e ideal para admirar los atolones. 

La pequeña aldea, se volvió un puerto importante durante la ocupación árabe y desde entonces es una ciudad cosmopolita, con sus callejones llenos de una vida turbulenta.

Situado en la parte ejecutiva de Montreal, donde las tiendas y los restaurantes rivalizan en excelencia, donde los hombres de negocios caminan con prisa a sus citas, el Germain es considerado uno de sus excelentes hoteles. Su novedoso concepto lo hace conservador, moderno y seductor.

Antes, al pie del hotel, cuando la ciudad se inventaba para enfrentar la era moderna, pasaban las aguas del Saint Laurent y los barcos se amarraban. Construido sobre uno de los sitios arqueológicos más ricos de la ciudad de Québec, Auberge Saint Antoine es un conjunto de tres edificios históricos de los siglos XVIII y XIX, con los restos del muelle y de una batería de cañones. 

Dicen que Roma es eterna, que Italia es bella, que la gente habla fuerte, que las calles son caóticas, que los monumentos son fabulosos, y se sabe que por eso Italia es maravillosa. No puedo olvidar el glamour, la elegancia, la delicadeza, siempre resaltan imágenes de palacios de todos los tiempos, calles y paisajes que sorprenden o seducen, me he dejado conquistar por la comida, impactar por la música, enternecer por las sonrisas, para quedar enamorado de Italia.

Al pie de las altas montañas de los Alpes del sur, al lado de Mónaco, Mandelieu está protegido por el Cap Ferrat, al fondo de una hermosa bahía, con su marina y sus mansiones a la orilla del mar.

Es uno de los pocos deltas que no dan al mar. Las aguas del río Okavango vienen desde Angola y llenan ese inmenso delta, creando un extraordinario ecosistema ideal para observar la fauna africana.

A la orilla de un hermoso lago se elevan los fabulosos edificios del Palacio del Maharajá y de la ciudad, con sus “ghats” o escalera para las abluciones. Dos palacios de mármol habitan unas islas y parecen estar flotando.