Compases históricos
La caída del Muro de Berlín hace buenas fotos. Pero todo comenzó en los astilleros.
Lech Walesa
Lo que hoy conocemos como Berlín, en algún momento alrededor de 1200, se trataba de una colonia con vocación pesquera, cuya población crecía y vivía a su propio ritmo, independiente y trabajadora. El rostro berlinés de hoy en día es joven, cosmopolita y completamente renovado. Sin embargo, sus raíces son antiguas y excitantes.
Para el siglo XV, Berlín se convertiría por primera vez en capital, pero de Brandeburgo, parte del Sacro Imperio Romano Germánico y gobernado por la familia Hohenzollern. En la época de la Reforma, el territorio alemán fue testigo de las múltiples diferencias y conflictos que condujeron a una guerra que abarcaría más de 150 años, desde 1515.
El primer gran deterioro y destrucción de edificios en Berlín, se vivió en el periodo comprendido como la Guerra de los Treinta Años, donde los suecos arrasaron con un sinnúmero de construcciones históricas y pueblos enteros, no sólo en Berlín, sino en gran parte del territorio alemán. Fue precisamente el avance de Napoleón lo que unificó a los alemanes y lo que catapultó a Berlín como su capital y éste es uno de los hechos que fungieron como raíz del verdadero nacionalismo alemán.
Para 1871, Berlín se convertiría en la capital de Prusia, luego de la Guerra Franco-Prusiana, lo que detonó el máximo desarrollo de la ciudad en todos los sentidos. De este periodo en adelante, se consolidó el territorio de Alemania, que para la Primera Guerra Mundial ya tomaba partido en las coaliciones, donde fungió como aliado de Bulgaria, el Imperio Austrohúngaro y el Imperio Otomano, conocido como Bloque Central o Frente Balcánico y derrotado en 1981 por las Fuerzas Aliadas.
La República de Weimar se instauró en Alemania tras el fin del II Reich y duró casi 15 años, desde la Constitución de 1919, hasta 1933, año en que Hitler se convirtiera en Canciller, desencadenando la Segunda Guerra Mundial –junto con otras causas- para 1939, cuando Alemania invadió Polonia. Berlín sufrió las consecuencias, sobre todo al final de la guerra, cuando fue bombardeada y por completo invadida.
En 1945, Alemania fue dividida para ser controlada por los países aliados: EE.UU., Francia, Gran Bretaña y la URSS, quedando Berlín en territorio soviético. Con la nueva coalición entre EE.UU., Francia y Gran Bretaña, surgió en 1949 la República Federal de Alemania (RFA), lo cual ocasionó que la Unión Soviética reaccionara creando la República Democrática Alemana (RDA), estableciendo los primeros acentos de lo que sería la Guerra Fría.
Este contexto no sólo complicaría las cosas entre los bandos dentro de Berlín, que también estaba dividida, sino también generaría conflictos derivados en otros países como Cuba, Corea, Vietnam, África, el Medio Oriente y otros fenómenos geopolíticos que involucraron a una gran parte del planeta y que aún desencadenan consecuencias, reactivando viejas rivalidades y generando un complejo escenario para todo el mundo.
Churchill emplearía una frase del Ministro de Propaganda nazi Joseph Goebbels, para describir lo que ocurriría en el corazón de Europa : “Una cortina de hierro ha descendido a lo largo del continente europeo”. Churchill estaba “vaticinando” lo que sería el auténtico muro de Berlín a través de una metáfora conocida como “Telón de acero”.
El escenario del aislamiento de Berlín se veía desde 1948, cuando Stalin ordenó bloquear el acceso y vías de la ciudad. Este bloqueo duró un año. Fue en 1961 cuando se erigió el muro de 144 Km que dividió a Berlín occidental de la República Demócrata Alemana. Este muro se convertiría en un símbolo trascendental, cuyo quebranto impactaría al mundo entero.
Desde el 9 de noviembre de 1989, el gobierno de la RDA tuvo que permitir la libre circulación de los ciudadanos a través de toda la ciudad, por lo que el 3 de octubre de 1990, Alemania sería reunificada y se daría la caída del muro, además de asignar permanente y oficialmente a Berlín como capital de toda Alemania, pues la ciudad de Bonn había sido la capital de la RFA hasta ese momento.
La caída del muro unificó a los alemanes al unísono grito de Wir sind ein Volk! (¡Nosotros somos un pueblo!), pero las diferencias entre su población pronto se toparon con las fronteras sociales y educacionales, que confrontarían a los alemanes del occidente contra los de oriente. Sin embargo, el proceso ha avanzado con gran éxito, creando en Berlín una nueva conciencia de la identidad alemana, unificada ante todo y convirtiéndola en una capital ejemplar, no sólo germana, sino del mundo entero.
Cabe destacar que fueron diversas las causas que originaron la caída del muro, sin embargo, algunos hechos como la Huelga de Gdansk en Polonia, gestaron un cambio en toda Europa a través de un sindicalismo esforzado en valores como la libertad, la paz y la solidaridad. Liderada por Lech Walesa, un electricista de profesión, esta huelga de los astilleros que construyeran los más impactantes barcos de Polonia, logró que el gobierno comunista reconociera a los trabajadores el derecho a organizarse y expresarse libremente. Este éxito sería un antecedente clave y telón de fondo para la caída del muro en Berlín.
¿Coincidencia que un hecho tan positivo para la humanidad naciera precisamente en los astilleros? No, claro que no, el mar siempre inspira a grandes personas, profundiza las convicciones y empuja nuestro espíritu de acción… de eso estamos seguros. La reconstrucción de Berlín no termina, se ha restaurado desde los vestigios de la guerra, llenándose en los últimos años de edificaciones a cargo de los mejores arquitectos del mundo, por lo que su semblante actual es contemporáneo y vanguardista.
Su joven y culta población genera las tendencias y movimientos intelectuales que imperan en Europa, junto con otras metrópolis del gusto y la cultura en el planeta. Pero, ¿qué es lo que veremos en Berlín?