El gran río viene de lejos, atraviesa los grandes lagos y recorre las colinas de Quebec antes de formar un enorme estuario. Es la verdadera arteria de una región de largo invierno, pero cuando los días se calientan es un río lleno de vida

A sólo una hora de Montreal encontramos varios lugares para esquiar o practicar deportes de nieve en las Laurentides, donde las pequeñas montañas inventan soberbios paisajes. Mont Tremblant es una de esas montañas con un hermoso pueblo al pie de las pistas, donde caminar es un placer cuando la nieve rechina bajo las botas.

Como una ciudad futurista que flota sobre el agua, Panamá alza sus rascacielos sobre el horizonte, con orgullo y modernismo del siglo XXI, mientras duerme la ciudad antigua creada por los conquistadores. 

A la orilla del Mar del Norte, Ostende es una de las más bellas playas de la región, a poca distancia de Brujas. Su marina alberga veleros de todo tipo al pie de la estación de ferrocarril y de su catedral. 

Uno de los puertos seguros del Caribe, la ciudad de Belice se encuentra protegida por la segunda barrera de arrecifes más larga del mundo, un paraíso para los buzos e ideal para admirar los atolones. 

La pequeña aldea, se volvió un puerto importante durante la ocupación árabe y desde entonces es una ciudad cosmopolita, con sus callejones llenos de una vida turbulenta.

Situado en la parte ejecutiva de Montreal, donde las tiendas y los restaurantes rivalizan en excelencia, donde los hombres de negocios caminan con prisa a sus citas, el Germain es considerado uno de sus excelentes hoteles. Su novedoso concepto lo hace conservador, moderno y seductor.

Antes, al pie del hotel, cuando la ciudad se inventaba para enfrentar la era moderna, pasaban las aguas del Saint Laurent y los barcos se amarraban. Construido sobre uno de los sitios arqueológicos más ricos de la ciudad de Québec, Auberge Saint Antoine es un conjunto de tres edificios históricos de los siglos XVIII y XIX, con los restos del muelle y de una batería de cañones. 

Dicen que Roma es eterna, que Italia es bella, que la gente habla fuerte, que las calles son caóticas, que los monumentos son fabulosos, y se sabe que por eso Italia es maravillosa. No puedo olvidar el glamour, la elegancia, la delicadeza, siempre resaltan imágenes de palacios de todos los tiempos, calles y paisajes que sorprenden o seducen, me he dejado conquistar por la comida, impactar por la música, enternecer por las sonrisas, para quedar enamorado de Italia.