El encuentro más impresionante que he vivido con una criatura marina fue con una orca, cuando la vi engullir una tortuga de un solo bocado. En general, a los humanos nos resulta salvaje la forma en que este mamífero caza sus presas y el modo en cómo se alimenta, de donde se deriva el nombre que le hemos dado: “ballena asesina”.

El día era ra­dian­te, el son caía a plo­mo so­bre nues­tras es­pal­das, el mar se mos­tra­ba tran­qui­lo y una que otra ola se le­van­ta­ban en el ho­ri­zon­te.

Los delfines pertenecen a la familia Delphinidae, que es la más grande y diversa familia de cetáceos debido a su éxito en la adaptación al medio marino. Abarca a numerosas especies de delfines, ballenas piloto, falsas orcas y orcas, que en el registro fósil registran una antigüedad de por lo menos 11 millones de años.

Des­de siem­pre los ti­bu­ro­nes han ejer­ci­do en mí una ra­ra y mís­ti­ca atrac­ción. Al prin­ci­pio fue mie­do, des­pués cu­rio­si­dad y res­pe­to por esos fan­tás­ti­cos se­res ma­ri­nos que han re­co­rri­do los fon­dos oceá­ni­cos des­de ha­ce 300 mi­llo­nes de años, y que aho­ra es­tán a pun­to de ex­tin­guir­se de los ma­res por su pes­ca in­dis­cri­mi­na­da.

A lo lar­go de la cos­ta del Pa­cí­fi­co me­xi­ca­no hay gran di­ver­si­dad de ba­lle­nas, lo que re­ve­la la im­por­tan­cia de nues­tro país co­mo há­bi­tat na­tu­ral de es­tas es­pe­cies en pe­li­gro de ex­tin­ción. Tal es el ca­so de la ba­lle­na jo­ro­ba­da, que abun­da du­ran­te el in­vier­no en los es­ta­dos de Co­li­ma, Ja­lis­co, Na­ya­rit y en am­bas cos­tas de la Pe­nín­su­la de Ba­ja Ca­li­for­nia.

Cuan­do me en­te­ré que el ar­tí­cu­lo a es­cri­bir era acer­ca de Lo­re­to, en el Mar de Cor­tés, me sen­tí con­ten­to, pues es uno de esos lu­ga­res que re­cuer­do con un es­pe­cial ca­ri­ño. Cuan­do uno va a ese si­tio se pue­de en­ten­der porqué el cé­le­bre je­sui­ta lo es­co­gió pa­ra vi­vir: es­tá en­mar­ca­do en un pai­sa­je ma­ra­vi­llo­so, don­de con­cu­rren la im­po­nen­te Sie­rra de la Gi­gan­ta, el mís­ti­co de­sier­to y el in­creí­ble Mar de Cor­tés.

Las mantas gigantes son peces clasificados dentro de la misma clase que los tiburones, y su principal característica es la presencia de un esqueleto formado por cartílago. Sus ancestros datan de hace 400 millones de años, entre los periodos silúrico y devónico de la era mesozoica, también conocida como la “era de los peces”.

Te emociona soñar con un viaje a algún sitio remoto y ¿casi virgen? Imagina que llegas a una lejana isla, cuya superficie está cubierta por vegetación de verde intenso, donde hay cascadas de agua dulce y fresca por doquier.

El Gol­fo de Ca­li­for­nia es el mar más jo­ven de nues­tro pla­ne­ta. Su ori­gen de­ri­va de un pro­ce­so geo­ló­gi­co y del mo­vi­mien­to de pla­cas en­tre el pi­so oceá­ni­co del Pa­cí­fi­co y la cor­te­za que for­ma el con­ti­nen­te ame­ri­ca­no. El mo­vi­mien­to re­la­ti­vo de es­tas pla­cas co­men­zó a adel­ga­zar la cor­te­za del pi­so oceá­ni­co ha­ce 12 mi­llo­nes de años, y lle­gó el mo­men­to en que el agua ma­ri­na del Pa­cí­fi­co in­cur­sio­nó ha­cia el nor­te inun­dan­do la cuen­ca, ha­ce seis mi­llo­nes de años, for­man­do un pro­to­gol­fo.

La Ba­hía de Ban­de­ras ha si­do re­co­no­ci­da por su im­pre­sio­nan­te be­lle­za den­tro de las 10 ba­hías más her­mo­sas del mun­do. Las mon­ta­ñas que la ro­dean con su ve­ge­ta­ción exu­be­ran­te y su vas­ta ex­ten­sión de mar al ho­ri­zon­te pro­por­cio­nan pai­sa­jes sor­pren­den­tes.